Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 11 de febrero de 2012

Contar por lavadoras, contar por mochilas

Conocí a una persona que contaba su vida por "lavadoras": –Esta es la cuarta lavadora que compro, decía, cuando el último quiebro, supongo que sentimental, le llevó a cambiar de circunstancias de vida y a mudarse a vivienda nueva, con su lavadora al cabo. Personas de una sola lavadora son personas estables, acomodaticias, poco dadas al desarraigo, en principio; en tanto que personas de muchas lavadoras podrían ser volubles, arriesgadas, aventureras o desposeídas de fortuna sentimental. 
El cómputo podría hacerse con otras unidades discretas: las clases privilegiadas a lo mejor rememoran la historia de su vida por coches, por pisos, por viajes a la India....; en tanto las de menos fortuna material podemos retrazar nuestra vida con objetos menores: a veces lo hacemos con bolígrafos, mesas, lámparas, zapatos.... Resulta un poco ramplón, quizá triste, porque son unidades contables que por su propia naturaleza tienden a erosionarse y perecen; en otros casos, la innata tendencia de bolígrafos a perderse –sobre todo si son lujosos– da al traste con su valor contable. 
La postmodernidad nos trajo nuevas unidades contables, las más universales las de los teléfonos móviles y los ordenadores. Otro  mundo, otro mundo.
Hay que elegir bien la unidad contable que mejor cuadre con los hitos de la propia vida; verbo y gracia, antiguamente los llamados "hombres" manifestaban cierta proclividad a contar los tiempos próximos por unidades tipo ropa vetusta (una chaqueta inmemorial, la gabardina –y con ese nombre, además–, algunas botas especiales, incluso jerseys....); y utilizaban para lustros y segmentos mayores otros objetos mitológicos, particularmente los paraguas y, sobre todo, los relojes. Un buen reloj de pulsera o de bolsillo podía venir de un ascendiente familiar –un tío-abuelo, digamos– y era medible por lustros; y el gran paraguas negro, con un juego de ballenas artesanas y puño de madera con bajorrelieve de pájaro podría descansar en su paragüero años y años. Eso sí, los paraguas adquirieron en los años frívolos la tendencia de los bolígrafos, y dieron en olvidarse y perderse.
No se lleva, hace tiempo que no se lleva, contar por amigos o por personas: produce melancolía y, si se agrava, da en desazón y termina en dolor y ambulatorio.
Los cambios en los hábitos y costumbres han desencajado nuestra vida y se han trasmitido a la sociedad, que anda desorientada y no sabe a qué costumbre quedarse: los géneros han asaltado fronteras, los objetos se han distorsionado y no indentifican a su poseedor ni por el género ni por la clase social ni por nada, la industria ha aprendido con solvencia a dotar a sus productos de una fragilidad e inconsistencia que obligue a reponerlos casi continuamente.... Menos mal que el triunfo reciente del PP en España, por mayoría absoluta, va a poder reinstaurar valores sólidos, que la desorden de los tiempos había trastocado. Es de esperar que no se vuelva a confundir una camisa de HM con con una de Versace; y que a ningún albañil le alcance para comprarse un paraguas de diseño; los Mont Blanc volverán a quedarse como "detalle" final que culmina los reyes del registrador de la propiedad, etc. Vuelven los "valores", los colegios de pago y las colas en los ambulatorios. Las cosas, en su sitio.
Largo preámbulo para indicar que últimamente computo los azares de mi existencia por mochilas, objeto ideológicamente desplazado durante las últimas décadas:  portar una mochila durante los últimos años del franquismo podía llevarte a ser objeto de carga preferente y noche en mazmorra; luego pasó por una época de tránsito en la que te motejaban de "maricón", y también podías terminar en comisaría; finalmente hubo mochila varonil; hoy, con particular deleite, elijo la funcionalidad de mis mochilas que se engullen los mil objetos que hacen falta para sobrevivir a la intemperie (bolígrafos, pañuelos, agenda, dineros, pastillas, preservativos, notas volanderas, llaves....) ¿Cómo vivíamos antes sin estos cofres portátiles? Recuerdo con particular nostalgia la recién desaparecida –de HM precisamente, ¡y de seis euros!– que me ha acompañado en viajes por medio mundo, hasta que se quebró con un dolor de cremallera enganchada y decidió entregarse a un contenedor de Barajas. Después de mucho llorar y vacilar, en los mercaditos artesanales de Madrid he buscado nueva compañera, con qué ternura y con qué discreción. 
Fue una fría mañana de antes de Reyes, en el mercado artesano para las fiestas de la calle Ibiza, en Madrid, en donde acudí con mi Mac portátil a ver si cabía en aquella mochila artesanal, pequeña, sencilla, sin duda algo afeminada, como yo, para ver si congeniaban contenedor y contenido, bajo la atenta mirada de la artesana con maravillosas palatales sonoras del hemisferio austral. Hubo encuentro, sonrisa y adquisición. –"¿No será demasiado frágil?"  –"Se va a cansar decyha..."
Veremos a ver cuánto dura este trozo nuevo de vida. Por lo pronto se ha venido conmigo ya a un par de viajes, ha pasado sin rechistar los controles de dos azafatas de "low cost" y ha sufrido las primeras desorientaciones sentimentales en Italia. Y sigue firme en sus enganches y cremalleras.


[Nota léxica: Siempre he utilizado "ballenas" para denominar las varillas del paraguas; la acepción no la recogen ni el DRAE ni Seco. ¿Será una catacresis? Creo que es fácil asimilar esas varillas a las láminas dentales de la ballena. 
Y ya puestos: trastocar y trastrocar son sinónimos; la primera se usa más.
También se pueden contar los ciclos de la vida por palabras, y por canciones, y por etcéteras. Y por nombres de héroes de la política: Landelino Lavilla, Gallardón, Antoñuela la Pelada, Esperanza Aguirre, Mariana Pineda, Jesús Loroño, Agustina de Aragón, el Cardenal Rouco Valera... ¡Cuánto héroe en nuestra historia, cuánto!.
Hay que terminar este post, que se está yendo de madre.]

4 comentarios:

  1. Yo creo que lo deballena por varilla de paraguas debe de venir por afinidad de las ballenas de los corsés femeninos, ya que tenían una función similar, tersar la tela.¿no crees?
    Salu2.

    ResponderEliminar
  2. Puede ser, pero esa acepción, que también sería metafórica, tampoco aparece en los repertorios léxicos que cito. Tendríamos que ver (por ejemplo en el CORDE) qué fueron primero si los corsés o los paraguas; o los antecedentes de los dos artilugios.
    ¡Gracias!

    ResponderEliminar
  3. Mi madre siempre llamaba ballenas a las tiras de alambre fllexible de las antiguas fajas. Esta acepción sí aparece en el diccionario de María Moliner. Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Sin duda, uso metafórico, claro. No consulté el María Moliner; no suelo hacerlo porque es un Diccionario muy valioso, desde luego, pero que se ha ido quedando anticuado. En su momento lo sustituí por el de Seco, cuya reciente edición es la que he citado.

    ResponderEliminar