árbol plantado que en el parque ocupa
el centro mismo de la vieja cuesta,
la majestad del tronco envejecido
con nudos, con heridas y sin yedras,
en medio de un lugar, extrañamente,
solo ramas al sol, solo corteza;
faltan las hojas que le dio verano,
viste la soledad que invierno deja;
en medio del camino se detuvo
–quién sabe sus raíces dónde llegan–,
después de tanto otoño entre sus manos
el tiempo en fuga el corazón le llena;
quizá ya sea el tiempo del descenso,
que las semillas queden bajo tierra.
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