Se estrenan mandatarios; y el mandatario mayor señala en su discurso de Génova que va a gobernar para todos. ¡Qué bien! Quienes no pertenecemos a esa casta en estado puro, sino que por ella transitamos cuando nos afecta alguno de los asuntos que ellos tutelan, tenemos el privilegio de poder opinar, además de desde nuestra propia ideología, con los ojos de lo que vemos, desde la objetividad de la vida cotidiana; no necesitamos, como la llamada "oposición", hablar para decir siempre que el otro tiene mocos, es feo y cuando baila pisa a su pareja; de manera que en ese contexto puedo señalar tranquilamente cosas como que Rajoy habla correctamente y dice las cosas con bastante claridad; que Gallardón cuando era alcalde plantó perales silvestres en mi calle y la hermoseó; que me parece de perlas que el nuevo ministro de humanidades hable tantas lenguas; y de la misma manera cuando me refiero al campo contrario: alabo la manera coloquial de expresarse Rubalcaba, me gusta que una dama como la Chacón empuñe la bandera de los logros sociales, comparto con IU la constante preocupación por desahuciados de todo tipo...
Parece que algo tan sencillo como ser normal es incompatible con ser un político. Hace ya tiempo que en este blog se gritó que el político debería ser persona de tránsito y no carrera de poder. Y que en ese tránsito es mejor la austeridad que los Audi, las carteras de piel, las dietas desorbitadas y demás provocaciones a mileuristas y parados.
Pero hete aquí que quienes gobiernan "para todos" se van a lanzar a legislar. Y no lo van a hacer sobre hechos puntuales que afectan a personas y clases maltratadas o en precario, lo van a hacer "ideológicamente", es decir, para todos, los unos y los otros, y sobre temas que –y eso lo saben los niños– dividen en mitades a Españita. De manera que sale a la palestra Gallardón, el de los perales silvestres de mi calle, y dice que "nunca se ha sentido más progresista" que con la nueva ley que adereza sobre el aborto, de manera que quienes no piensen como él –la otra mitad de esta sociedad, quizá incluso más– no son progresistas, son retrógrados asesinos. Independientemente de cuál sea mi ideología y pensamiento al respecto, fácil es adivinar que su acción, además de torpe e insultante con quienes no piensen como él, va a ser motivo de profunda discordia. Podría llevar todo a sus últimas consecuencias y seguir con los matrimonios del mismo sexo, los divorcios, la enseñanza religiosa.... De su mano nos iríamos, "con flores a María" a la guerra civil.
La coletilla final no tiene desperdicio: esperemos a que los gobernantes actuales sigan siendo tan torpes como Gallardón o quienes le impulsan (¿cuatro años?) y cuando vengan los opositores volvemos a legislar de otra manera: cuatro años de aborto y cuatro de abstinencia, cuatro de matrimonios heterosexuales y cuatro de otros, cuatro años de clases de religión y cuatro de clases "cívicas", cuatro años de BNE así y cuatro asá; etc.
Se dirá que tienen derecho porque han ganado las elecciones. No, no lo tienen, por eso he aludido a la perorata de Rajoy en Génova el día de sus mieles, cuando dijo o se le escapó el "para todos". Hace falta también no desgobernar para todos.
Las leyes que se puedan dictar desde la ideología y que afectan de modo tan crucial a la variedad natural de una sociedad compleja, como la nuestra, van directamente a la confrontación: los gobernantes no deberían imponer criterios ideológicos sobre conductas personales que no afectan personalmente a todos: los que abortan, los que se casan con la pareja que quieren, los médicos que no quieren practicar el aborto, los que se se separan o se rejuntan, los que se embarazan una noche de verano debajo de los perales silvestres de Gallardón, etc.
¿Podría nuestra clase política, antes de irse dentro de cuatro años con pensión vitalicia, jubilación y cartera llena no dejarnos en un campo de batalla? ¿Podrían ser más cuidadosos con lo que piensan ellos, sus votantes los que no lo son? ¿Podría alguien decirle a Gallardón que es un torpe retrógrado?
Y si ahí pasamos a la enseñanza....¡Bueno! Tema para otro comentario.
Malos tiempos nos traes, Gallardón.
Lo más difícil de comprender es como pudo engañar Gallardón durante tanto tiempo a tanta gente, incluso aunque plantara árboles frutales ... ¡si tuvo siempre la pinta de los de siempre!,desde que tenía 20 años: incomprensible, incomprensible.
ResponderEliminarPero ¿por qué no se escriben más árticulos como éste y se recubren con ellos calles y plazas? ¿Por qué no los convertimos en asignatura obligatoria para todos los políticos que aspiren a gobernarnos? ¿Por qué no los obligamos a tomar su propia medicina y tenga que aprobar "Educación para la Ciudadanía, para toda la ciudadanía?
ResponderEliminarSeñalás aquí un asunto esencial y de manera perfecta. No te imaginás lo que se vive en Argentina donde nadie (pero en especial los que están en el poder desde el 2003) les parecería un error garrafal pensar esta sutileza. Aquí se vive el constante ir motejando de esto u otro a todo el mundo por las razones más inverosímiles, además. Como si la política de estado fuera lograr que dos bandos (porque además son tan burdos que sólo pueden pensar en binaridades)se enfrenten y se odien para llegar a un "país para todos y todas". Es muy triste que no reconozcan la incoherencia de sus medios para alcanzar lo que todos queremos...
ResponderEliminarPablo, por favor, no extrenes, que suena a accidente ferroviario.
ResponderEliminarGracias, gracias....
ResponderEliminarComparto, una por una, tus ideas. Lástima que nuestros políticos, refugiados en su casta profesional escasamente cualificada para resolver los problemas ciudadanos, no accedan a tu blog. Aprenderían mucho, mucho. Un saludo de un antiguo alumno de la U.A.M.
ResponderEliminarNo estoy para nada de acuerdo. ¿ahora no se puede legislar? ¿por qué se ha legislado en gobiernos anteriores en contra de la Constitución Española? Porque dicho sea de paso es la "ley magna" de la nación. En su art.15 se dice, "Todos tienen derecho a la vida". Porque es fundamental, si no existe este derecho.... sobran los otros; y si no preguntadle a los millones de niños abortados.
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