Eso es, después de las olas de fríos y con la sequía en ciernes, ha asomado el buen tiempo. Apetecen más las ensaladas y los platos fríos, de modo que abrimos con pimientos asados, para acompañamientos, para bocadillos, para cuadrar unos huevos fritos o hacer más jugosa la carne; además, los pimientos rojos, que es una de las verduras con mayores variaciones en el mercado, bajan de precio, lo que suele coincidir con la subida de las alcachofas y las llegadas de las primeras fresas, todavía algo ácidas y carillas. Tengo que hablar con las vecinas.
En el mientras tanto he comprado la primera red de pimientos rojos y, una vez lavados, los he puesto en bandeja de barro, con un tomate jugoso, tierno, y una cabeza de ajo. Nada más.
El horno, al máximo y con aire caliente, si lo tuviera. Lo normal son unos veinte minutos para un primer dorado, darlos la vuelta, y otros veinte por el otro. Mejor, luego, dejarlos enfriar, con la bandeja inclinada levemente para que no se pierda la salsa, mientras se descorazonan, se apartan las cabezas y la piel, y se hacen tiritas. Todo el jugo que han soltado los pimientos, más el tomate y el ajo se mezclan y machacan –mejor con mortero– formando una salsa a la que se añade aceite de oliva y vinagre de jerez. No hace falta sal.
Este cocinero recomienda encarecidamente que no se lave la bandeja utilizada para cocinar, sino que se rebañe deleitosamente con un trozo de pan del día –el de la ilustración, de levadura madre, es candeal.
El horno, al máximo y con aire caliente, si lo tuviera. Lo normal son unos veinte minutos para un primer dorado, darlos la vuelta, y otros veinte por el otro. Mejor, luego, dejarlos enfriar, con la bandeja inclinada levemente para que no se pierda la salsa, mientras se descorazonan, se apartan las cabezas y la piel, y se hacen tiritas. Todo el jugo que han soltado los pimientos, más el tomate y el ajo se mezclan y machacan –mejor con mortero– formando una salsa a la que se añade aceite de oliva y vinagre de jerez. No hace falta sal.
Este cocinero recomienda encarecidamente que no se lave la bandeja utilizada para cocinar, sino que se rebañe deleitosamente con un trozo de pan del día –el de la ilustración, de levadura madre, es candeal.
¡Ummh! ¡Rico, rico!
ResponderEliminarTesoros encontrados en los Archivos,
ResponderEliminarpoemas preciosos,
y por si fuera poco ricas recetas,
¿qué más se puede pedir?
Oye, con lo que me gustan los pimientos asados, desconocía la idea de meter un tomate y una cabeza de ajos. Tiene que estar buenísimo. Me lo apunto. Lo que me gusta es esa bandeja de barro. ¿De dónde es?
ResponderEliminarLa grandota que ha ido al horno, de algún mercado castellano, de pueblo, ni me acuerdo ya; la rectangular en donde he dispuesto todo para servirse es portuguesa, de Estremoz.
ResponderEliminarHay quien pone dos tomates o uno muy grande, para que haga salsa roja con lo que los pimientos sudan –que muchos sudan los pimientos–; y los ajos, con uno el sabor es discreto, pero si te gustan sabores fuertes.....