Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

domingo, 26 de febrero de 2012

Garcilaso el melodioso (V)

Hemos de ir abandonando a Garcilaso el melodioso para acompasar estas notas al ritmo de las clases que doy en la UAM, ya que las próximas estaciones de lectura nos van a llevar a fray Luis de León y a Juan de Yepes, y para ambos casos quería ilustrar su lectura –la lectura de los textos, que es lo fundamental, claro– con documentación genuino, con fuentes primarias. Para fray Luis, verbo y gracia, he rebuscado –y he encontrado– la documentación original de sus últimas actividades en el Madrid finisecular, actividades entre religiosas, oficiales e intelectuales: además de sus pequeños negocios mercantiles (se encuentra documentados en el AHPM), las que se refieren a su intervención en los casos de las carmelitas descalzas (1590, que se encuentran en otras colecciones documentales), mientras, por cierto, preparaba la edición de las obras de Teresa de Cepeda o de Jesús (todavía no era santa). Actuación curiosa la de fray Luis, que residía en su convento, el de las gradas de San Felipe –donde hoy están las casas de Cordero–, al lado de la puerta del Sol, enfrente de la mancebía. 
En el cruce de papeles y documentos hay un momento en el que Felipe II, de su puño y letra, corrige un "prender a fray Luis de León" por "reprender", ya que, contrariamente a lo que se suele comentar, el agustino se mostraba reacio a las órdenes de Loaysa, que trasmitía las del Rey, pues había un mandamiento apostólico de por medio y la sede papal estaba vacante. Ya lo veremos, pues es un ingrediente conocido de la personalidad de fray Luis: firme en sus convicciones y combativo con sus ideas.

Volvemos a Garcilaso el melodioso. Las nuevas apreciaciones, también técnicas, son para mostrar la constante aspiración de la h- (f- latina), pues lo habitual es que no aparezca la que h- (del latín h-): Umana, ora, ombre..... Véase un ejemplo entre decenas:
 

1.4. 8       O hermosura sobre el ser umano

Que un editor moderno hubiera escrito ¡Oh, hermosura sobre el ser humano! en donde solo la h- de hermosura es aspirada. 

Entre los casos menos conocidos, merece la pena señalar la aspiración de  la h- de “helo” (o helo alli, dichoso tú que afloxas). Convendría decir que "he" es un resto arqueolingüístico de un presunto impersonal.

Pero vamos,  la aspiración de la h- es general:

1.4.6             Mas que haré? que el alma ya barrunta,
2.6                que quiero renovar en la memoria
3.6.8             la herida mortal de aguda punta…
1.4.6             antes de aqueste, al val de la hortiga
4.6                a le hurtado alguno o escondido
2.6.8             o cuerpo e te hallado y no lo creo
1.3.6             antes nunca te hartas de mirarme
2.4.6.8          que hasta aquí, qué dices tú Salicio?
2.6                Virtudes y hazañas de los hombres
2.4.6             pudiendo qué hará, sino hacello
4.6                como de un solo hijo deseado
2.4.6.8           del oro ya tirado en rico hilo
1.4.8              iva de hayas una gran montaña

Hiatos y diptongaciones /dialefas y sinalefas, etc.

Es Garcilaso el que comienza a alargar o distender sílabas formadas por agrupaciones vocálicas, en un juego sonoro que alcanzará la exquisitez en Góngora, sobre todo en Góngora, aunque hay palabras –¡todavía hoy!– que prefieren determinadas realizaciones acústicas, su-a-ve, ma-es-tro, ru-i-do, etc.

2.4.6             el suave olor del prado florecido

Sin embargo, el fenómeno más abundante y curioso es el de la sinéresis (diptongación) de los hiatos en "ía", normalmente cuando no ocupan el axis rítmico: es decir, uno de esos casos en los que la estructura métrica se impone sobre la de la lengua, que prevalece en los buenos poetas actuales (los que componen de oído y no contando sílabas). Los ejemplos también podrían multiplicarse (pongo una tilde métrica en los primeros casos, para entender lo que ocurre): 


2.4.6                        podrián tornar d’enfermo y descontento
2.4.8                        seguiá la caza con estudio y gana
2.4.8                        que della un punto no sabiá apartarme
2.4.6.8                      que via volar aquella vanda amiga
1.4.6                        todos venián al suelo mal su grado
3.6.                          pareciá que mirando a las estrellas
2.4.6                        rompiá con gritos ella i convocava
2.4.6                        veniá por nuestra mano y la cuitada
4.6.8                        a conocer mi mal tenía el intento
2.4.6.7                     veria de quella que yo tanto amaba
2.4.8                        de cuantas digo quien debrias escucharme
2.4.6.8                      tras esto el puerco alli se via herido
4.6.8                        y temerario error que avia seguido
2.4.6.8                      que nunca dia ni noche cesan dellas
2.4.6                        allá os iría a buscar como perdido
2.4.8                        gentil cabeza¡ no daria por ella
2.6                           estuvo halagando las culebras
1.4.8                        parte del aire que solia dar vida
2.6.8                        pintado el caudaloso rio se via
2.4.6.8                      yo avia jurado nunca más meterme
2.4.6                        a poder mio y a mi consentimiento
2.4..7.8                    señora mia, si de vos yo ausente
2.4.8                        hermosas ninfas que en el rio metidas
4.6.8                        mas con la lengua muerta y fria en la boca


Y todo este fenómeno métrico-fonético no ha encontrado modo de solucionarse en la edición de textos. Como tampoco en el fenómeno semejante que ocurre con las palabras esdrújulas que terminan en hiato (ebúrnea, mediterranéo, purpúreo....); pero que métricamente son diptongos.

2.4.8                        Con prestas alas por la eburnea puerta

2.6.                          O hermosas oreades que teniendo
2.4.8                        Cestillos blancos de purpureas rosas


La casuística de estas ocurrencias resulta, sin embargo, más compleja, pues intervienen factores cruzados: el tipo de palabra o de diptongo, su lugar en el verso, las necesidades métricas del poeta. Véase este ejemplario, que comienza por documentar que no ocurre con todos los hiatos, sino con los que se abren ( x-a)

2.4.6.8             Del seco estío el gran calor ardiente


pueden aparecer como diptongos en pleno axís rítmico, aunque ahí se dan todo tipo de soluciones: 

2.4.6          Adiós corrientes rios espumosos
1.2.4.6        ay dulce fuente mía y de cuan alto
2.6.8           y cierta confïanza claro davan

Para la variante de las sinalefas en el axis rítmico:

4.6            ni lo traté como otros con engaños
3.4.8         a ningún ave o animal natura
1.4.6.8      aunque pedir tú eso no es cordura
1.4.6.8             heme entregado heme aquí rendido
1.4.6         mientras la ardiente ora de la fiesta  
3.4.6.7             me dexó aquí y aquí quiere que muera


A veces ocupan ese axis:

2. 4.6         No estáis, haced que sean las ocasiones
1.4.6          nunca entre sí los veo sino reñidos
3.6.           figurado se via estensamente

Puede ocurrir  en otro lugar que no sea en 6ª:

2.6            de áspera corteza se cubrían
2.6.8         en fin que como quiera estoy de arte

siempre con las peculiaridades del alma, ejemplario perfecto para terminar, pues en esta serie los elementos históricos –ideológicos– afectan muy claramente a la métrica:

2.6               mi alma, si es contrario lo que creo
1.4.6.8          dentro en mi alma fue de mi engendrado

2.4.6.8          escrito está en mi alma vuestro gesto….
2.6                mi alma os a cortado a su medida….
3.6                y dejé de mi alma aquella parte

2.4.6.8           El caro hermano buscas, que solo era
3.6.8              la mitad de tu alma, el cual muriendo
defectuoso      no quedará ya tu alma entera.

1.4.8              Libre mi alma de su estrecha roca
Edición manejada, la de las anotaciones de Herrera (1580)
































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