De todo ha de haber en la viña del señor, de manera que vamos a recoger el índice de las recetas aparecidas en el blog, con el feliz anuncio de un libro imprescindible –en edición francesa, existía edición española– el de Eugenio de Nola, y el adelanto de una receta sencilla, la del yugur de natillas, que abrirá boca –y nunca mejor dicho– a la llegada de las alcachofas, los primeros revueltos de setas y algunos caldos, claro.
Dicen que es un problema la cantidad de productos que ingerimos disfrazados en los productos industriales de la alimentación: el llamado "néctar" de (una fruta) viene con cuatro o cinco productos extraños, incluidos edulcorantes varios; en una coca-cola aparecen seis o siete extraños productos no naturales; en los congelados, en los empaquetados, etiquetados, fabricados.... Yo no digo que sean malos, digo que no son naturales: no son un zumo de naranja, un vaso de leche, un yugur, unas sardinas, unas galletas hechas de harina-huevo-azúcar, etc. Una de las maneras de rebajar esa enorme cantidad de productos no naturales, de cuyo alcance no sabemos bien, consiste en hacerse en casa esos mismos productos de una manera más natural, siempre que se pueda. Porque no vamos a poder sencillamente enlatar un bonito escabechado, fabricar una buena tableta de chocolate, etc. Con un poco de tiempo y algo de cuidado, sin embargo, muchas de esas cosas –al menos de vez en cuando– se pueden tomar sin demasiados aditamentos: unas buenas sardinas escabechadas, una infusión, zumos de todo tipo, galletas y bizcochos....
1. Berenjenas rellenas
2. Torrijas de vino
3. Arroz al horno
4. Empanadillas
5. Bizcocho de chocolate
6. Ensalada de remolacha
7. Calabazas a la siciliana
8. Gazpacho
9. Verdinas con almejas
10. Potaje
11. Habas tiernas
(con huevo escalfado o frito)
12. Lentejas belugas
13. Pechugas escabechadas
13. Caballas escabechadas
14. Peras (leclerc) al vino
15. Yogour de natillas
Sigue
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Dicen que es un problema la cantidad de productos que ingerimos disfrazados en los productos industriales de la alimentación: el llamado "néctar" de (una fruta) viene con cuatro o cinco productos extraños, incluidos edulcorantes varios; en una coca-cola aparecen seis o siete extraños productos no naturales; en los congelados, en los empaquetados, etiquetados, fabricados.... Yo no digo que sean malos, digo que no son naturales: no son un zumo de naranja, un vaso de leche, un yugur, unas sardinas, unas galletas hechas de harina-huevo-azúcar, etc. Una de las maneras de rebajar esa enorme cantidad de productos no naturales, de cuyo alcance no sabemos bien, consiste en hacerse en casa esos mismos productos de una manera más natural, siempre que se pueda. Porque no vamos a poder sencillamente enlatar un bonito escabechado, fabricar una buena tableta de chocolate, etc. Con un poco de tiempo y algo de cuidado, sin embargo, muchas de esas cosas –al menos de vez en cuando– se pueden tomar sin demasiados aditamentos: unas buenas sardinas escabechadas, una infusión, zumos de todo tipo, galletas y bizcochos....
Los yugures tradicionalmente se hacían en casa; hoy casi nadie lo hace, aun cuando se popularizó una yugurtera –y una "heladora, también– que permitía suplir la fase final de la fabricación del yugur. Aplicando esa misma idea y utilizando alimentos naturales adecuados a cada necesidad lo que digo ahora en cuatro líneas es cómo se hace un buen yugur de natillas, especialidad de golosos que he visto producen, que yo sepa, dos marcas, bajo el nombre de yugur de vainilla (una de ellas española, Larsa, y otra francesa).
La gracia estriba en que uno selecciona los ingredientes de su propio yugur.
Elijo leche fresca descremada, fructosa en lugar de azúcar y harina de maicena, que puede ser ya preparada (natillas de leche y no de huevo): hiervo la leche (un litro, por ejemplo), endulzo (cuatro cucharadas soperas de fructosa) mientras remuevo y añado, disuelvo en medio vaso de leche fría, la maicena (dos o tres cucharadas soperas, según guste más o menos denso el yugur) y lo echo en la leche a punto de hervir, manteniendo el hervor durante un minuto sin dejar de dar vueltas, para que no se ahúmen. En un recipiente apropiado, de ese tamaño, pongo media cucharadita de yogur, y sobre ese mínimo germen echo lo que acaba de hervir, removiendo ligeramente. Se cubre todo y se deja sin mover del sitio, quieto, durante seis-ocho horas. Hay quien lo echa en una yugurtera (de las que se enchufan) o quien lo pone en la olla a fuego lento. El efecto es el mismo, al cabo de ese tiempo se ha formado el yugur, que sabe mejor si se enfría, con la seguridad de que no contiene productos demasiado artificiales y de que le hemos dado el sabor que nos gusta, que obviamente se puede cambiar por mil variantes distintas, incluyendo las que aceptan pedacitos de (chocolate, manzanas, avellanas, fresas, granadas, etc.).o las que, más elaboradas, se hacen de huevo, con leche entera y azúcar, verbo y gracia.
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