Tiempo de fresas, espárragos, potajes.... y torrijas, en Madrid, en donde era tradicional hacerlas y ahora se venden en pastelerías y panaderías, normalmente de leche; yo las he preparado de vino, porque ya no las suelo ver por ahí de vino, aunque teóricamente se sigan presentando recetas de ese tipo, ya que la torrija, que era conocida desde la Edad Media y prefería el vino (que era más barato y se conservaba mejor que la leche);
durante los siglos XVI-XVII se suele hablar también de "pan con vino". La torrija tiene variantes por todos lados (es muy parecida al "pain perdue" francés, por ejemplo), sobre todo en Hispanoamérica, en donde puede tomar la forma de buñuelos de pan.
Como muchas comidas populares, se emplean ingredientes simples, tomando como base el pan que sobraba y se había puesto o se iba poniendo duro. Ahora se vende "pan de torrijas" por todos lados. Mejor seguirlo haciendo con el pan de una barra que se está endureciendo, que se corta en rebanadas un poquito anchas para que empapen.
Se debe elegir un vino tinto denso –tipo de Toro o Cariñena, también sirven los riojas–, o algo pelelón, que se endulza (en mi receta, con fructosa). Como todas las recetas, en cada momento se puede particularizar y variar ligeramente la fórmula; hay cocinillas que cometen pillerías ya en el vino (con naranja, un chorrito de ron, ponche, jerez dulce, miel....; depende de la imaginación de cada quisqui).
Una vez empapadas de ese almíbar, vino o mezcla, se pasa cuidadosamente cada torrija por los huevos batidos y se lleva con la espumadera a freír en aceite de oliva, que se habrá calentado con un clavo o un trocito de hierro dentro (para que el huevo no haga demasiada espuma: hay otros trucos semejantes). Si el aceite no cubre bien, se deben dar la vuelta. Se sacan sobre fuente con servilletas de papel, para pasar luego a fuente larga, que se riega con el caldo que haya sobrado de empaparlas. Nuevas pillerías: espolvorear con canela, poner una ramita de hierbabuena, aplastar en puré unas fresas para repartirlas por encima....
He hecho dos con jerez dulce y corteza de limón quemada con vainilla. Demasiado.
En la bandeja, poco cuaresmal, acompañan a un filete a la plancha (aderezado con aceite de oliva virgen y limón) y su ensalada (espinacas frescas, pera, semillas de sésamo tostado, maíz y apio agrio, con aceite de oliva y vinagre de jerez). Zumo de naranja. Y así se hace penitencia.
Pablo, has probado a hacerlas con moscatel blanco? Les da un aspecto menos sangriento y un sabor exquisito. Claro que salen mas caras!
ResponderEliminarEstas incursiones gastronómicas del cuaderno son impagables. Y una tentación. Como curiosidad, la receta de las torrijas recuerdo haberla visto, tal cual se siguen haciendo, en el recetario de Apicio. Si es que con el baile de identidades que padecemos en este país, no nos damos cuenta de que probablemente seguimos siendo, en el fondo, una especie de romanos. Bastante adulteradilla, eso sí. Nada, que me voy a animar mañana a las torrijas, pero con leche, que hay niños.
ResponderEliminarAy, madre, esa bandeja... pies descalzos y cadenas sin dudarlo, si eso fuera la penitencia.
ResponderEliminarTe agradezco muchísimo tu amable comentario. Sigo escribiendo, pero dejé de publicar en el blog porque tuve la idea un tanto pretenciosa de guardar y organizar un poco lo que iba escribiendo en un pequeño nosécomollamarlo, con vistas a nolosémuybien. Pero sigo pensando en reactivarlo. Me ilusiona mucho que alguien se acerque a pesar de los hierbajos y las telarañas.
Por otra parte, este espacio es una delicia (no sólo por el olor de las torrijas). Me quedo un rato más curioseando.
Es bastante probable, Urzay, que sean recetas ancestrales; de modo pedante diríamos poligenéticas, surgen allí donde hay vino, trigo, aceite, miel...
ResponderEliminarCon moscatel quedarían muy dulces, desde luego, pero con un sabor peculiar. Y no las he hecho nunca así.
Ángels, voy a husmear lo que tienes ahora.
¡Qué hermosa entrada! es la primera vez que leo este blog.
ResponderEliminarImagino que lo de penitencia está bien traído pues en el Quijote ya dice:
Don Quijote pidió y rogó al bachiller se quedase a hacer penitencia con él. Tuvo el bachiller el envite: quedóse, añadióse al ordinario un par de pichones, tratóse en la mesa de caballerías, siguióle el humor Carrasco, acabóse el banquete, durmieron la siesta, volvió Sancho, y renovóse la plática pasada.
Saludos