15-M

He estado esta tarde, naturalmente, en la concentración del 15-m, verdaderamente concurrida; es más, y lo puedo decir porque he estado en casi todas, me ha sorprendido la gente, su tesón y su participación, aun cuando haya pasado tanto tiempo y las maniobras para desvirtuar, deshacer, desprestigiar y mucho más a este movimiento hayan sido muchas. 

Varias columnas convergieron hacia las 18 en la Plaza de Cibeles, numerosísimas las que bajaban desde la Puerta de Alcalá, la que llegaba por Recoletos y la que venía por la Castellana.

De entre todos los papeles, propaganda, advertencias, etc. que me han llegado, me quedo con el "protocolo" de actuación, que retrata estupendamente la actitud de los que allí acudían.

Y mientras tanto. Mientras tanto la clase política –como se la llama ahora– sigue organizando sus mitines, sesiones, peroratas, programas de TV y de radio, etc. como si nada de esto fuera con ellos. Y ya hablan unos y otros de una tal Botella como alcaldesa y de Gallardón como ministro. Resulta impresionante la distancia y desconexión entre la gente común y quienes habitan los globos de los privilegios, desde los políticos a los banqueros, blanco preferido de los manifestantes. De vez en cuando salta alguna ligera noticia –que ellos no perciben como escandalosa–, como la de esa paga extra a la que se iba a renunciar en el parlamento catalán, que era "solo" de casi 6000 euros (¡una paga extra de un funcionario, una entre catorce!), es decir, el equivalente a una jubilación o pensión anual de mucha gente. O esa jubilación de por vida para la directora del CAM; o lo que se han llevado de  nuestros bolsillos los consejeros de las cajas gallegas.... Para cualquier lado que miremos, resulta todo escandaloso. La manifestación de hoy, en la Cibeles, al lado del palacio (¿cuántoss miles de millones ha costado?) que Gallardón se ha construido para el ayuntamiento, mientras los impuestos de los inmuebles madrileños subían el cien por cien o se añadía un nuevo impuesto por "recogida de basuras". Ya seguirán otros semejantes: por suministro de luz, por conducto de agua, por llegada de gas, por reparto de correo, por aire contaminado....

La sensación generalizada es que "no se enteran": la clase política no hace lo que la gente pudiera querer; los circuitos de la decisión no derivan de la gente y llegan a la clase política, sino que bajan de la clase política y se imponen a la gente. Lo malo es que la clase política recibe los impulsos de otros lugares, del edificio de enfrente y su contexto: el Banco de España.

Eso sí, los niños –había muchos– pudieron acercarse a la Cibeles.