Sin maleta, sin dama y sin destino
los viajes ahora son una sorpresa;
sin trabas ni programas, lo que pesa
es la luz de la tarde en el camino,
y la noche que viene y que no cesa,
y el vacío del tiempo que convino
en dejar un dolor sutil y fino,
imperceptible, encima de la mesa.
Azar, incertidumbre y nubes blancas
que visten travesías y paisajes,
y dan la libertad al peregrino,
porque es el mar el puerto que se espera
y el puerto los senderos y los viajes.
Y el viajero ya sabe a lo que vino.
sin trabas ni programas, lo que pesa
es la luz de la tarde en el camino,
y la noche que viene y que no cesa,
y el vacío del tiempo que convino
en dejar un dolor sutil y fino,
imperceptible, encima de la mesa.
Azar, incertidumbre y nubes blancas
que visten travesías y paisajes,
y dan la libertad al peregrino,
porque es el mar el puerto que se espera
y el puerto los senderos y los viajes.
Y el viajero ya sabe a lo que vino.
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