medicina
del cuore, manuscrito
palatino setenta y nueve, escrito
por fray domenico Cavalca a fines
del siglo quince, mientras se derrumba
aparatosamente el día sobre
los ventanales de la biblioteca
de florencia y me desespero, hundido
entre catálogos absurdos, viejos,
en donde nada queda de la vida,
en donde nada asoma interesante
porque está todo mal catalogado
y el tiempo ha logrado su ley de olvido.
Saldré a mirar el Arno, que se va,
como se va borrando tanta historia.
[Florencia, BNF, 9 de mayo, 2012]
Cernuda, en "Biblioteca", aconseja: "deja esta biblioteca. Aún estás a tiempo y la tarde es buena para marchar al río ..."; otro que está en su misma situación pero se lo toma muy bien es éste:
ResponderEliminarComiendo poesía.
La tinta recorre las esquinas de mi boca.
No hay felicidad comparable.
Estoy comiendo poesía.
La bibliotecaria no cree lo que ve.
Están tristes sus ojos,
camina con las manos pegadas al bolsillo.
Los poemas ya se fueron.
La luz es tenue.
Los perros suben por la escalera del sótano.
Sus ojos giran,
sus rubias piernas arden como salvias.
La bibliotecaria patalea y llora.
La pobre no entiende.
Cuando me alzo de rodillas y lamo su mano
da un alarido.
Soy un hombre nuevo.
Yo le gruño y le ladro.
Retozo alegremente en la oscuridad de los libros.
Mark Strand
Versión de Eduardo Chirinos
Cuidado con la primavera que es propensa a estados engañosos y fastidiosos de ánimo.
Gracias, gracias por el consejo. Es curioso el poema de m. Strand, aunque yo no fantaseo tanto con las bibliotecarias.
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