El índice de los temas sobre métrica de este blog se encuentra en:
http://hanganadolosmalos.blogspot.com/2011/09/metrica-espanola-indices.html
El cuadro de posibilidades rítmicas del octosílabo, el más popular y tradicional de los metros en lengua española, es el que sigue enseguida; el número de sus variantes resulta, como se ha analizado en muchas ocasiones, riquísimo; entre todas ellas llamo la atención sobre la que se ha llamado abajo hemistiquial (1.3.7), algo descuidada en la primera versión de esta métrica, ya que se trata de una modalidad peculiar, como veremos, que se aparta en cierto modo del metro de ocho y no llega, por otra, a la pura serie ritmica.
Si como
patrón métrico de mayor tradición y amplio uso, ha sido objeto de numerosos
análisis e inventarios al trazar su historia trazamos la historia de la métrica
española.
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El cuadro de posibilidades rítmicas del octosílabo, el más popular y tradicional de los metros en lengua española, es el que sigue enseguida; el número de sus variantes resulta, como se ha analizado en muchas ocasiones, riquísimo; entre todas ellas llamo la atención sobre la que se ha llamado abajo hemistiquial (1.3.7), algo descuidada en la primera versión de esta métrica, ya que se trata de una modalidad peculiar, como veremos, que se aparta en cierto modo del metro de ocho y no llega, por otra, a la pura serie ritmica.
OCTOSÍLABOS
Heroicos 2.4.7 puro
2.5.7
pleno
2.7 difuso
Melódicos 3.7 puro
1.3.5.7 pleno
3.5.7 semipleno
1.3.7 corto hemistiquial
Dactílicos 1.4.7
Sáficos 4.7
Enfáticos 1.5.7 corto
1.7 largo
Vacíos 5.7 corto
7 largo
Los encontramos en los orígenes de la poesía castellana, formando
parte como hemistiquio de los cantares de gesta, de los viejos romances, de la
poesía medieval fluctuante, del refranero, como verso mayoritario de zéjeles y
villancicos... En los cancioneros barre prácticamente al heptasílabo y se
impone como verso dominante de arte menor. Con esas dos herencias, los siglos
de oro no hacen más que prolongar y enriquecer su uso, ensayando variedades
poco frecuentadas antes. La comedia nueva lo utilizó como forma poética del
coloquio dramático, es decir, la base sobre la que se marcaban luego otros registros
populares o cultos. Vivo en las tonadillas del s. XVII, en los romances de la centuria siguiente, cada vez que asoma un género popular –zarzuelas, sainetes, neoromances...–
Quizá
lo más conveniente e ilustrador sea mostrar las veces que autores, corrientes o
épocas (el Mester de Clerecía, los poetas italianizantes del siglo xvi, el modernismo, los poetas cultos del 27, la postguerra en el siglo XX, los novísimos, etc.) han intentado no caer en sus redes. O aquellas
otras en las que se ensayaron modalidades extravagantes, como el octosílabo con
cesura, utilizado por Espronceda en “A Matilde”, que en realidad se convierte
en composición rítmica de doble cláusula ooóo / ooóo, de la que damos ejemplos
en el repertorio.
Hubo
un momento, con el triunfo de las formas italianas, desde 1530 a 1580
aproximadamente, cuando el octosílabo pareció que se retiraba a los ámbitos de
la poesía popular y tradicional. Difícil resultaba encontrarlo en los
cancioneros de Garcilaso, Figueroa o fray Luis de León...; pero se fue
recobrando no solo con el auge de la poesía popular, del conceptismo religioso,
de la tradición cancioneril y, sobre todo, del romancero nuevo, sino en la
inspiración de los poetas cultos, que
volvieron a frecuentarlo; ya en la segunda mitad del s. xvii vuelve a dominar sobre las formas italianas. Algo
semejante ocurre en los albores del siglo xx,
con el triunfo del modernismo y su repertorio de estrofas cultas, asentadas en
alejandrinos, endecasílabos y eneasílabos; pero volvió a reponerse nuevamente,
sobre todo por la importancia que le otorgó Juan Ramón Jiménez, inmediatamente
después de sus libros modernistas y antes de su inspiración neobarroca, es
decir, entre 1903 y 1910, incluso apareciendo en series asonantadas, como
octosílabo conversacional (por ejemplo, en Antonio Machado), para terminar triunfando en el neopopularismo posterior (Lorca, Alberti). Aquel movimiento
lo que muestra es que las tendencias artísticas innovadoras alientan el
apartamiento del metro octosilábico como verso demasiado gastado y popular;
cosa que también ocurre en poetas de marcado aire intelectual o de voluntad
artística muy señalada (Jorge Guillén) o en la etapa inicial de buenos
versificadores (José Hierro).
En cuanto a sus tipos rítmicos, lo
normal es que el acento esencial en séptima venga precedido de otros en
quinta/3,2; mientras que el de cuarta pide en 1ª o en 2ª, aunque como se verá
las variedades son ya muchas; las más frecuentes son las trece que he organizado en el esquema, bajo cuyos epígrafes se ordenan las subvariedades.
Ya señalé, y lo reitero, que entre todas ellas la variedad 3.7 puede configurarse como serie o tirada
rítmica (ooóo), y de hecho muchas veces ha funcionado así, por ejemplo para
lograr la melodía de las cuartetas aconsonantadas de “A Margarita Debayle”, de
Rubén Darío:
…
Una tarde la
princesa 3.7
vio una
estrella aparecer; (1).3.7
la princesa
era traviesa 3.7
y la quiso ir
a coger. 3.7
…….
Esta variedad del octosílabo, extraordinariamente cantarina y sonora, no es en rigor una tirada rítmica pura, pues juega en su composición y sonido también la cesura o final de verso, muy breve, de manera que ambos aspectos configuran un tipo de poesía que es casi una canción.
Para
su uso polirrítmico, el más frecuente, véase el romance del conde Arnaldos,
cuyo arranque y final son toda una exhibición de posibilidades:
¡Quién hubiese
tal ventura 1.3.5.7
sobre las
aguas del mar 4.7
como hubo el
conde Arnaldos 3.5.7
la mañana de
san Juan!... 3.7
...
Yo no digo mi canción 1.2.3.7 .
sino a quien
conmigo va. 5.7
Completaré, con dos entradas nuevas, la exposición del octosílabo, mostrando en la siguiente ejemplos de las variedades, para terminar, en la última, con sus combinaciones.
¡Viva Grecia!
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