la vida se me ha ido de las manos,
parece que esto no tendrá remedio;
habrá que decir algo, no sé qué,
tirar lo que nos queda, o recogerlo,
disponer un lugar para el vacío
que ocupe poco a poco los recuerdos;
serenas las sonrisas y los llantos,
tranquilos los temores y los miedos;
llamar a la chinita a la que pago,
que se endulcen sus manos en mi cuerpo
mientras andan los ojos en los ojos,
sin decirse jamás lo de te quiero.
Y caminar al bosque donde duerme
la blanca oscuridad de los silencios.
¡qué triste Pablo! No pienses en eso por favor...
ResponderEliminarson cosas de los rapsodas, no les hagas mucho caso....
ResponderEliminarMenos mal que salvaste ese verso. Es bárbaro.
ResponderEliminarParece que en todos los poemas se anhela algo, en general en todo el bloc, ¿el qué?, a ver si en próximas entregas se descubre. Mientras, con tanto anhelo hay mucha vida.
ResponderEliminarEs buen lector el anónimo, qué duda cabe
ResponderEliminar