No he resistido la tentación de pasar por el botánico, para compensar una mañana de archivo terminando de preparar un capítulo sobre San Ginés, la vieja parroquia madrileña. Y como hacía calor, bastante calor, me he refugiado en una pequeñísima plazoleta del fondo, con su estatua (se inauguró hacia 1970) en el centro, un rincón acogedor, tranquilo, en donde he sacado mi ordenador y he trabajado un rato, hasta que se atenuara el sol de la siesta.
callisteman camboynensis |
cinco tilos y cuatro bancos viejos,
es redonda la plaza y recogida;
estatua fiel en pedestal de piedra,
oscura flor adolescente mira;
se oye a lo lejos la ciudad y el ruido;
andando a brincos se atrevió una ardilla,
es descarada, o se pasea en casa,
o reconoce a los que son turistas;
el perfil del muchacho con su flor
no permite saber si es chico o chica,
alguien será que supo ver los pliegues
que la flor ocultó en la tarde antigua.
Cuando aparece el viento solo suenan
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