Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

viernes, 23 de diciembre de 2011

Pero mira cómo beben los peces en el río....

Ese alejandrino del título abre uno de los muchos villancicos populares que hoy se cantan, y que se escuchan con otros de otros lugares, mezclando tradiciones, jugando a versiones de todo tipo (entre ellas una de "jazz"), poniendo fondo musical a este tipo de fiestas que, desde luego, son tradicionales. Bien está. 
Lo que no encuentro sin embargo son versiones de una mínima calidad, como la de ese extraordinario –y al mismo tiempo sencillo– disco, entre algunos ejemplos más, repertorio que difundió el Orfeón Infantil Mexicano y la Escolanía de los padres sacramentinos hace algunas décadas.... La degradación de las versiones que se venden por todos lados es decepcionante, yo no sé si porque faltan intérpretes, productores, casas discográficas.... o porque los circuitos comerciales solo aceptan esa bazofia. Es algo semejante a lo que pasa con los textos que se están difundiendo como libro electrónico, por ejemplo en Amazon: son porquería; ya hemos conseguido que la Filología retroceda unos 150 años (hasta las primeras ediciones de la BAE).  Si se consigue estragar aun más el sentido estético y la capacidad intelectual en otros y más campos se podrán vender montañas de productos industriales sin apenas esfuerzo. De hecho los relativamente abundantes cedés que se ofrecen por ahí tienen varias curiosas características: son muy baratos, son todos más o menos iguales, no se pueden oír previamente a la compra, carecen de una mínima información seria (que suele sustituirse por "coro de niños", "grupo musical"....) Pues así de sencillo es lo que pasa con los villancicos. Mientras tanto, difundo mi viejo disco de vinilo para ver si alguien me consigue dar razón de su existencia actual. 

Un poco a la desesperada he hurgado en I Tunes y en Spotify, porque tampoco quería gastar una vida en encontrar algo que hubiera debido ser la mar de sencillo. La casa noruega y la americana, sin embargo, no saben nada del villancico tradicional español más allá de lo que ya he dicho, aunque Spotify tiene un par de discos del Orfeón. 
¿Tradicional? Los musicólogos me dirán que puedo encontrar los de Juan del Encina y semejantes (Spotify ofrece un solo disco, por cierto, de Juan del Enzina), es decir, los de la tradición clásica. Cierto: allí no están, sin embargo ni el alipún, ni el fun fun fun, ni el pampanitos verdes hojas de limón, ni el zarandá zarandá zarandilla zarandá, ni a coger romero y miel, ni el sal mirandillo arandilla arandadó, ni el yo me remendaba yo me remendé.... Ni tantos otros que solo la tradición del lenguaje lúdico explica, como ese bello e inexplicable pero mira cómo beben los peces en el río...., lorquiano puro, por no hablar del estremecedor La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos y no volveremos ya. No procede este bagaje de la tradición clásica, que se reinventa –normalmente– durante el siglo, mediados, XIX: folklore andaluz, chotis, zarzuela, sainete y nuevos villancicos, etc. como habrán dicho, sin duda los musicólogos, proceden textualmente del postromanticismo y luego se contaminan, para bien o para mal, con su uso y reinvención hasta nuestros días.  O sea que no, la vieja tradición de los villancicos clásicos (de Enzina a Lope) no es la nuestra, la viva, y me temo que para degustarlos hay que proceder por conocimiento expreso y educación  histórica, no por vivencia propia o recuerdo.
Vivencias y recuerdos que se contaminan continuamente, y eso no es criticable, antes bien norma y ley histórica. Lo que sí es reprochable es la ínfima calidad con que el mercado ha degradado el posible encanto que hubieran podido mantener.
Y ese es el camino por el que nos llevan.


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