No es mal modo de felicitar las navidades con cualquiera de las ilustraciones de este libro, que corresponden a la exposición de la fundación Lázaro Galdiano en Madrid, extraordinariamente rica y oportuna.
Aprovecharé para encarecer la visita al museo de la fundación, que guarda cuadros emblemáticos para los estudiosos de la literatura –retratos de Góngora y de Lope (el atribuido a Caxés), por ejemplo– en su valiosa colección. Allí fui para volver a ver el cuadro de Sebastián Herrera Barnuevo (1619-1671) Carlos II niño (c. 1667), sobre el que puede verse la güeb de la propia FLG http://www.flg.es/HTML/Obras_8/RetratodeCarlosIInio_8473.htm; pero sobre todo, a preguntar a mi buen amigo Juan Antonio Yeves –director de la biblioteca– por un busto de Quevedo que, al parecer, se conserva precisamente en la biblioteca y no en otro sitio.
Y así es. El busto que me enseñó es una reproducción menor del más conocido –que yo doy como por de Alonso Cano– de la BIblioteca Nacional de España. Se trata de una copia hecha en el siglo XIX que perteneció a Pedro Antonio de Alarcón, cuyos papeles y muchos objetos paran en la Fundación Lázaro Galdiano; todo lo cual se puede saber y disfrutar acudiendo a otro libro de exposición: Una imagen para la memoria. La carte de visite. Colección de Pedro Antonio de Alarcón (Madrid, 2011).
Cuando a mediados del siglo XIX se comenzó a perfeccionar la fotografía, se desarrolló el coleccionismo, que muchas veces se canalizó hacia el retrato o la foto personal, como corresponde a la etapa postromántica y al crecimiento de la burguesía industrial. Y tuvo el coleccionismo su variante en la llamada "carte de visite". Desde 1839 funcionó el daguerrotipo; desde 1850 por la fotografía – y albuminado–, y poco después, desde 1854, con el formato que patentó Disdéri de "carta de visita", de 9 x 6,5 cms. aproximadamente. La moda nos legó miles de estampitas con la efigie o la figura de otros tantos personajes y personajillos, en estampas que a veces iban acompañadas de textos. Alarcón las guardó y las coleccionó. Precioso material para la historia.
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