No es primera vez que visito un botánico en pleno invierno. Burdeos tiene dos, el más antiguo "jardin de plantes" al lado del Museo de Ciencias Naturales, en el centro de la ciudad, y un botánico experimental y moderno, al otro lado del río, que no he podido ver, porque llovía mucho. El invierno deja el jardín particularmente desnudo, con apenas dos o tres flores extraviadas, entre ellas esa dalia colgante; la fea belleza de las ramas desnudas bajo el cielo gris y, como privilegio, la absoluta presencia de los troncos, como el del haya, que abre esta entrada, o los que he añadido en las fotos.
Volveremos a ver un ginko dialogando con la fachada de San Miguel, la iglesia de los peregrinos de Santiago.
Y he aquí otros troncos, el de la parrotia persica y el de la matura tricuspidata:
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