He estado intentando concentrarme en unos cuantos manuscritos de la BNE, en donde he identificado la letra de Bartolomé Leonardo de Argensola y otras curiosidades, por ejemplo que a don Diego Hurtado de Mendoza se le ordena que no lleva más de un lacayo de ayuda en la campaña de las guerras contra los moriscos....; pero no había modo de trabajar, porque delante de la biblioteca, en la Plaza de Colón, se había concentrado mucha gente sobre la que unos altavoces potentísimos –esos eran los que perturbaban– derramaban cantos religiosos con el estribillo "aleluya", entre otros. Vaya, vaya; será por las llamadas medidas de austeridad que se han publicado hoy para el común de las gentes, entre las que no se encuentran senadores, concejales y otros factores de esas mismas medidas.
Vacías se iban quedando las salas. Y me tuve que ir, con dolor de cabeza y sensación de tiempo gastado; justo al salir por una de las puertas principales alguien comentaba que "ya se había acabado", aunque el varón de las aleluyas no daba tregua, y todavía, cuando alcanzaba Serrano, me golpeaba con una alegría tristísima los oídos.
Tres modos de venganza y rabieta terminarán la tarde. El soneto, el programa de jazz que escucho a media tarde en France Musique, y las ilustraciones, que proceden de una de mis páginas que tengo señaladas en "favoritos", invento y secuencias diabólicas para el varón de marras. Y es que el individuo se conduce a veces por instintos.
Quien nos hizo una especie inteligente
se olvidó de explicarnos tu sonrisa
y la estela que dejas cuando pasas
sin siquiera mirar, como con prisa;
parece que tampoco se ocupara
de los estragos con que el tiempo avisa
que no se sabe dónde nos iremos
cuando cae el edificio y la cornisa;
pero es cierto y la rima lo sostiene
que nos llevan a todos sin camisa,
si primero a la tierra con el barrro
y si luego al espacio con la brisa.
Más tarde pum rubrica el acabose.
Un canario en mis versos se desliza.
Para compensar a los sencillos de espíritu, daré luego muestra de las casi cuarenta páginas autógrafas de Bartolomé Leonardo de Argensola, me callaré las de Diego Hurtado de Mendoza –porque se lo he prometido a Mercedes Agulló, que espero que no lea esta página–, y por si la lee, ofreceré mi mejor receta de las alcachofas, que será mi cena de nochevieja.
Querido Pablo: Sí que he leido tu página con ese lenguado con el bisoñé desplazado. Espero que no fuera tu felicitación navideña. ¡Pero,chico, si tú ya no estás para esos trotes!
ResponderEliminarAhora vamos con la alcachofa:
1º Veo que tu natural humildad te ha llevado a emplear la más sencilla de las recetas conventuales. Hasta las clarisas más recoletas ponen una pizca de jamón al guiso.
2º Yo tampoco dejo a la hortaliza en agua con limón, porque es muy suya y se apodera de todos los olores y sabores (Véase: alcachofas en bote y aun en frasco de cristal)
3º La harina que se echa al agua no es para que la salsa quede un poco espesita sino para blanquear las alcachofas (Lo mismo puede hacerse con la coliflor)
4º Se completa la receta haciendo una salsa con cebolla (no es preciso que sea morada) y caldo de ave o de carne y jamón. Si necesitas más datos, consúltame.
Y NO ME HABLES MÁS DE LOS ARGENSOLA.
por último, dime si esra es una conversación propia de un conspicuo filólogo y una sencilla historiadora. Mercedes Agulló
Querida Mercedes, no voy a comentar algunos de tus comentarios, para no airear trapos sucios....; pero no te creas que no me he dado cuenta de la trola que cuelas con lo del blanqueado de la harina. Será con la candeal, ¿no? porque yo solo uso integral o –para crepes– "sarracin". La gracia está en no poner el jamón de la monja, que todo lo solucionan sin la gracia, claro.
ResponderEliminarMira la próxima receta va a ser la de las crêpes.
¿Cuándo vas a dar conocer ese documento incontrovertible sobre el Lazarillo? Esperaré unos aítos, pero luego lo digo yo.
Brazos