Con el azul de madrugada se abre
la noche en la ventana, la neblina
ha ido dejando las canciones sobre
el paisaje de siempre: el bulevar
vacío, las acacias deshojadas,
el ámbar pálido de las farolas;
quietud y soledad en mi trabajo,
libros y libros en la mesa abiertos;
habrá que resolver aquel problema
erudito que a nadie le interesa,
y admitir que llegaron a Virgilio
los versos de las últimas canciones.
Amanecer que la canción se lleva
yo no sé dónde, cada vez más lejos.
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