Antes de que termine el mes de junio, estarán a disposición de quien quiera leer ediciones fieles y cuidadas los primeros números de la colección Clásicos Hispánicos EDOBNE. Para editar y publicar cada texto hemos sopesado cuidadosamente lo que en estos momentos se está ofreciendo al lector, ya sea a través de libros, ya sea y sobre todo a través de la red.
A través de la red se está ofreciendo al lector casi todo, particularmente de los textos más conocidos: miles de Quijotes, Celestinas, Coplas de Jorge Manrique, etc. Es asombroso todo lo que se piensa que puede colgarse en la red para su descarga o su venta: aquí no hay daño inmediato, como pudiera ocurrir con las viagras, las curas de adelgazamiento, los productos financieros o los aparatos eléctricos. ¿Qué daño pueden hacer unas coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, con un texto erróneo, deturpado o sencillamente poco fiel? Una gota más en el mar de las desidias.
He recorrido todas las páginas que varios buscadores me ofrecían tanto de este como de otros casos, de otros textos, y he ido a leer los textos y, cuando se da, a su justificación: ¿de dónde proceden, quién los ha copiado, con qué criterio....? Casi nunca se suministra esa información; particularmente las lanzaderas de "textos" más reputadas o con mayor volumen nada dicen al respecto, lo cual quiere decir sencillamente una cosa: han copiado el texto de alguien que en su momento decidió editarlo, eso sí, ocultando cuidadosamente el origen de la copia, porque hay algo en esta manipulación, ¿no?, de "apropiación indebida". Y así he visto y comprobado, por ejemplo, que a nuestro editor de Yanguas –autor difícil de la primera mitad del siglo XVI– le han fusilado bonitamente sus ediciones y su trabajo, una casa europea, sin siquiera señalar de dónde procede el texto. Quien fusila equivoca más que el original, sin embargo, y no sabe contestar a lo que edita, cuestión que nos llevaría lejos, pero que conocen muy bien quienes trabajan en crítica textual.
LECTURAS EQUIVOCADAS POR TODOS LADOS
El mayor deterioro de los textos clásicos observo que se ha producido en los llamados "e-books", es decir en los "libros electrónicos", en donde quien lea las Coplas de Jorge Manrique, esa doliente elegía que nos abre a la modernidad poética, lee chapuzas, textos cambiados, palabras que no existen, expresiones imposibles, etc. La Filología Española –disciplina por la que la vieja escuela filológica española alcanzó prestigio universal– ha retrocedido unos ciento cincuenta años y, de su mano, le ha ocurrido a otras muchas disciplinas auxiliares (Métrica, Historia de la Lengua, Lexicografía, Ortografía....), lo cual no parece importar demasiado, sobre todo ahora que las universidades se han convertido en escuelas de mercaderes y los cuadros profesorales disfrutan de la corrupción que le sale por las orejas a este país; al menos eso es lo que yo veo en la mía, en la Universidad Autónoma de Madrid.
Voy a traer un oasis, sin embargo, para alivio de caminantes: Google books –sobre todo este dios, hay más, locales, temáticos, etc.– ha puesto a disposición de los lectores millones de libros en ediciones facsimilares, un verdadero regalo para quien quiera escapar a la degradación de los clásicos o, en general, de las peores ediciones de la red. Y Gogle ha ridiculizado cosas como el CORDE de la RAE y empresas semejantes, me temo, como nos mostraron hace un par de semanas en seminario sevillano sobre ediciones, y como cualquiera puede comprobar. En otras palabras: hay una veta poderosa, positiva, fecunda, en todo este irse a la red, en el triunfo de las imágenes.
El corolario de este breve panorama se conoce muy bien: hacen falta filtros, hace falta señalar inequívocamente lo que no sirve, estorba, degrada, entorpece, para llegar a los lugares en donde, con las nuevas herramientas y sin renunciar a saberes y conocimientos, aparezca el objeto que se busca, pero íntegro, correcto, limpio. Para que podamos seguir leyendo las Coplas de Jorge Manrique y explicándonos la melancolía del tiempo al contemplar el rocío de las eras.
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NB: todas las imágenes textuales que ilustran esta entrada se han tomado de las primeras referencias que nos suministra google cuando buscamos las Coplas de Jorge Manrique, todas ellas son ediciones copiadas, falsas. También nos suministra, como señalé, preciosas reproducciones de ediciones históricas, facsímiles.
Las Coplas serán el número cuatro de nuestra nueva colección de Clásicos Hispánicos EDOBNE; habrán sido editadas por un filólogo, que expondrá brevemente sus criterios y acompañará al lector –sin abrumarle– con discreción, para que lea el texto genuino y saboree su viejo sabor de elegía universal.
Las reproducciones de las portadas que irán en nuestros libros electrónicos muestran, en su etapa casi final, los diseños de Carlos Fernández (marcastipograficas.com), que pueden todavía sufrir modificaciones.
Hace unas semanas llegó a mis oídos de boca de un antiguo profesor de la carrera que se hallaba usted dispuesto a darle luz a este proyecto. Mi más sincera enhorabuena y gratitud por adaptar dignamente a nuestros clásicos al soporte digital.
ResponderEliminarCaramba, ¡una pingüina filóloga! Bienvenida.
ResponderEliminarYa llevo algún tiempo siguiéndole desde el anonimato, pero alguna vez habría que saltar al ruedo, ¿verdad?
ResponderEliminarClaro, aunque siempre desde el anonimato; esta maldita vergüenza que tanto nos cohíbe, pingüina. Aunque es relativamente fácil saber quién es este animal cohibido, al que respetaremos su anonimato.
ResponderEliminarSeñor Jauralde, me sorprendería muchísimo que supiera quien soy yo a pesar de que me auto-presenté a usted allá por segundo de carrera. Entonces no me daba tanta vergüenza; probablemente porque aún no lo había visto aparecer constantemente en todos los índices bibliográficos y tan sólo había leído su edición de la poesía completa de Quevedo.
ResponderEliminarAlumna buena, buena, no eras, pilla-pilla, porque nunca he editado la poesía completa de Quevedo, aunque sí algunas antologías; pero es normal que, con tanto tiempo de por medio, uno se confunda, ¿no? En todo caso, sigues siendo bienvenida. Pero, ¿de dónde te ha venido el nombre de pingüina hallada?
ResponderEliminarEs cierto; por entonces era más bien avispada, pero cometer tan desafortunado lapsus ya a punto de doctorarme es imperdonable... Deben ser los nervios. Me intimida usted mucho y yo aún soy muy novata en todo esto.
ResponderEliminarRespecto al nombre, ya le digo que le vengo siguiendo desde hace un tiempo y no sólo en su blog, sino en las colaboraciones que hace usted en otros. Hay más de un profesor antiguo de facultad en común.
Pues nada, espero que sigas comentando entonces. Y es cierto, entro en muchos, muchos blogs y frecuentemente comento, a veces con seudónimo, para no herir susceptibilidades.
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