Camino del espejo voy pensando
que habría que cambiar las madrugadas:
queda noche todavía, dice al paso
la luz de una farola en la ventana;
no se puede leer hasta tan tarde
ni tanto discurrir sobre una página;
dormir sin más las horas que se duerme
y ponerse en la mesita un vaso de agua.
Recobrar lo que antaño eran las noches
tarea es cada vez más complicada;
hay en mi mesa un verso que me mira
y en la mano un mentón que mucho raspa.
“Necesito un café y un largo beso”,
medio en sueños le digo a un naranja.
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