Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

jueves, 10 de enero de 2013

Isaías Lerner (+)


La simpatía y la elegancia de Isaías estaban por encima de su quehacer profesional y académico, que llevaba con la misma gracia, por cierto. No quisiera llenar de recuerdos personales esta sencilla nota de homenaje y de afecto al colega fallecido. Isaías y Lía fueron quienes primero me invitaron y acogieron en su casa neoyorquina –como sé que hacían con muchos amigos y colegas; y para mí fue siempre un honor y un placer pedirles, siempre que las circunstancias se daban ,que pasaran el charco de vuelta. A Isaías, en uno de aquellas ocasiones, alojado en mi casa, le parecía que la calle Narváez se parecía mucho a  los barrios elegantes de Buenos Aires; y en compensación a los paseos en los que me hizo ver algo de Nueva York –yo iba demasiado por libre– también le puede enseñar rincones de Madrid. En uno y otro caso lo importante era hablar. Y hablando me hizo pasar por un cementerio judío de Nueva York, en donde se detuvo y me explicó lo que yo –mal avenido con lo que no hubiera sido educación católica– no entendía. Había cierto regusto en aquellas explicaciones, cierta sencillez y naturalidad al hablar cariñosamente de aquel lugar. Hablar, hablar, hablar. El placer de la simpatía, la gracia de la cordialidad, las buenas palabras. 
Muchas veces me crucé profesionalmente con lo que él hacia, y muchas veces le pedí que viniera a mis programas o cursos de Madrid, sabedor de que encandilaba al auditorio; luego vino el homenaje en Castalia, la publicación de la Silva de Pero Mexía en la Nueva Biblioteca de Erudición y Crítica; y, la última vez que con él encontré campo común, la reseña de la Miscelánea Antártica, de Miguel Cabello de Balboa (en El Cultural de El Mundo). Hablamos sobre ella.
Pero lo importante era encontrarse con él y hablar, buscando esa risa discreta y abundante que nos contagiaba de simpatía y buen humor. 
Hablar, Isaías, hablar como tú lo hacías.

1 comentario:

  1. Aparte de su valía profesional puedo atestiguar que era una buena persona. Lo cual a la postre es lo que importa.

    ResponderEliminar