Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

miércoles, 1 de agosto de 2012

Los ramos de Lía y de Karim

heliotropos
Mombretia

Los ramos de flores van jalonando el verano –seco y caluroso también en el norte de la Península a lo largo de la segunda quincena de julio, aunque sin llegar al agobio de las temperaturas que oficialmente nos dicen del valle del Guadalquivir, Castilla-La Mancha, etc. Han pasado de la flor a los primeros botones nogales y avellanos; siguen dando cosecha de olor lavandas, espliegos, salvias, mentas, margaritas y semejantes, hierbas luisas, y hay fresillas, violetas, todo tipo de evónimos, enhebros, jazmín (huele poco aquí), piorno, madreselva, montones de aspidiaceas (helechos), lino silvestre, campanillas (“convolvulus lineatus”), etc. Hay que controlar a la parra virgen (en realidad es la llamada “hiedra holandesa”), que ya ha trepado a las tejas, lo mismo que a las restantes hiedras y zarzas silvestres, que terminarán por derribar los numerosos guindos del cercado y que también se atreven con el hórreo, en lucha perpetua con la glicinia. Han aparecido los primeros ramos de brezos en las laderas más sombrías, junto con algunas argañas (“erica cinerea”), estrenan flor los arrayanes, pero todavía no la tiene la buganvilla (algo le ha pasado), ni las celidonias, ni siquiera las ortigas, etc. cuando ya las azaleas dejaron de iluminar, las glicinias dejaron de perfumar –pero no de crecer–lo mismo que las tempranísimas deutzias, los lilos, las celindas, y no digamos las rosas, que en el norte son menos frecuentes: se ausencia se compensa con la abundante y generosa floración de hortensias, que llevan su ritmo según se las haya podado. Este año he conseguido que florecieran las de color entre naranja y morado (con la foto de una de ellas adorné una reciente entrada de este blog); siguen floreciendo las blancas –purísimas– azules de varios tonos y rosadas, que son las más frecuentes.

En el camino se han quedado un hermoso majuelo (es decir: el espino albar –“crataegus”–), un membrillo, alguna forsitia, el acebo más viejo, un enorme chamecípero, que se fue al suelo por el temporal, junto al nogal más viejo. Intenté quitar la hierba de las pampas (“Cortaderia selloana”), que, sin embargo, permanece bajo una hilera de laureles romanos y algún año rebrotará y dará sus enormes plumeros (en realidad es una gramínea).
De modo que Karine y Lía salen al campo con sus tijeras de podar y vuelven con ramos de todo tipo, que van llenando rincones de la casa: encima de mi mesa hay uno de olor (romero, abrótano hembra, hierba luisa, lavanda....) con una nota de color naranja de la crocosmia o montbretia, que está asilvestrada –lirios silvestres– y adorna setos y caminos. Sobre el piano, detrás, un viejo frasco de colonia luce con flores silvestres (creo que son “raponchigos”, es decir “campanulas rapunculus”) y koelerias pardas; etc. Esas mismas koelerias (probablemente  “crassipes”) ha hecho migas con el romero para un hermoso lateral de un espejo. Hay ramos barrocos, otros sencillos, algunos con mezclas imposibles que nunca nos hubiera ofrecido la naturaleza y que Lía conjuga. Eso sí, la orden general, como es normal, ha sido en principio la de no cortar las flores con promesa de fruto mejor: la ovalada flor del limonero, que va abriendo sus cinco pétalos; los paracaídas de los avellanos; los castaños (que ya han alfombrado con sus amentos el dormitorio del jabalí), nogales, el gran acebo (que es hembra, tiene ya las bolitas verdes formadas), cedros, el membrillo del japón, incluso los saúcos (los de flor blanca en este caso), los abruños (ya cargados de fruto, aun sin madurar), respetar al alcornoque (se le podría arrancar ahora parte de la corteza, pero esta caído por el temporal).... Y ser prudentes con el tejo dorado, el brezo arbóreo, el olivo, las camelias (sus hojas son muy hermosas para los ramos). El cornejo, que este año deslumbró con sus flores estrelladas de tono ocre (es la variedad más elegante, la del “cornus kousa”), está cargado de drupas; y en el árbol de Júpiter, junto al arce dorado, las primeras puntas cobrizas son, arriba, diminutas todavía, las más altas. En realidad, un pequeño rincón del jardín puede encerrar un universo. En nuestro terreno filológico nos gusta hablar de “microcosmos”.
A las dos higueras, sin embargo, les alcanzará el otoño sin que consigan madurar el fruto. Vaya.
Como todo este proceso va acompañado de la lectura de Montaigne, por ahora en francés, hasta que aparezca la versión de Javier Yagüe, le doy vueltas –el reciente libro de Pouilloux, cap. VI, dialogue des arts, lo razona– a si  nuestro quehacer ha de ser solo el contemplativo, con intervención o no (los “bouquets)”, llegando más allá, reflexión, incluso hasta la creación. Y cito y traduzco (de Montaigne): “.... los atributos de la belleza no se nos ofrecen en un solo objeto, sino que se encuentran dispersos y en extraña proporción: se necesita por consiguiente detenerse a buscarlos y aprender a reconocerlos, a fondo. Pues solo aquel que haya aprendido a captar y hacer suyas (”saisir”) las cosas más difíciles y las haya tratado familiarmente podrá, por su parte, emprender otras....” El texto sigue y se enreda deliciosamente, para el que guste de este tipo de ensayos. Yo
 lo dejo aquí, con una colección de ramos de L
 Lía y Karine.

3 comentarios:

  1. qué conjugación más exquisita la de la literatura con flores y plantas variopintas.
    La yapa del latín que nos ilustra en el conocimiento y origen de tantas variedades, ese talento especial para disponerlas en cada rincón hogareño y como broche abrirnos un poquito la puerta de su cálida casa. qué más se puede pedir ?
    cómo administrás Pablo tu tiempo para abrir tantos frentes a la vez?
    una fan

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    1. Recibo Correos cariñosos como el tuyo, eso me sirve, anonima

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  2. Es cierto, el vocabulario botánico que manejas es impresionante.
    A mi me gusta mucho el olor de la lavanda y la hierba luisa también.
    Hermosas composiciones de ramos, aunque yo no soy muy partidaria de las flores en los jarrones.
    Besos, Pablo.

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