menta en flor |
Las incursiones botánicas de aficionado con pocos saberes deparan
la sorpresa de los nombres, no de los latinos o de los neologismos cultos, que
provienen de cuando un sabio identifica planta, flor y demás y al conseguir
adscribirla a un género, juega a derivaciones sobre una tradición que tiene
algo de internacional, claro; me refiero al nombre usual que muchas veces usan
quienes las reconocen por haberlas visto siempre, es decir, de campesinos y
lugareños.
cañas silvestres |
Casi siempre usan un nombre metafórico por similitud y casi siempre
lo usan por aproximación, tan solo en plantas y hierbas comunes que no vienen
ya con denominación consagrada, de modo que la riqueza nominal es un signo la
escasa importancia de aquella planta o hierba, o de cómo va quedando
arrinconada en diccionarios o en el habla coloquial moderna, cada vez más
apartada del mundo natural.
toronjil (o melisa) también empezando a florecer |
“Cola de rata” (equisetum arvense), “chupamieles
ondulada” o “lengua de buey” (anchusa
ondulata), “sangre de cristo” (fumaria
officinalis), “aguja de pastor” (erodium
cicutarium), “arañuela” (helleborus
fetidus o nigella damascena) o
“ajenuz”, “quebrantaherraduras” (hippocrepis
multisiliquosa), “arrancamoños” (xanthium
spinosum), que Font Quer llama “cachurera mayor”....
Algunas pocas han logrado la consolidación léxica, como la
“madreselva” (lonicera periclymenum),
los “altramuces” (lupinus hispanicus), “milenrama”
(achillea millefolium), “zarzamora” (rubusulmifolius), “malvavisco”.... que como el toronjil y otras
muchos se nos ha ido al latín: Altea y
melisa, en estos dos casos; pero
son las menos, en su mayoría sirven como acicates para la imaginación del
campesino o para enriquecimiento del léxico mediante la composición:
“estacarrocines” (astragalus incanus), “pie
de pájaro” (Ornithopus compresus),
“cuatro hermanas” (cleonia lusitanica),”calzones
de cuquillo” (digitalis parviflora), “mordisco del diablo” (succisa pratensis), “cuchara de
pastor” (leuzea conifera), "quitameriendas” (una liliácea), “pan y queso” (Teesdalia coronopifolia), “matahombres” (ilonicera etrusca), “amor de dama” (orchis morio), etc. Aunque la
imaginación muchas veces ¡venía del latín o del árabe!, como en morsus diaboli, una de las que acabo de citar.
También se da la simple traslación del concepto: “calderones” (trollius europeaeus), “gallos” (serapias cordigera), etc. O
adjetivación de otras más conocidas: “enebro rastrero”, “retama negra”, “cardo de la magdalena”, “cardo
borriquero”.... en donde son abundantísimas las que arrancan con “flor de...” o
“hierba de...” (“hierba de las monedas,
de la sed, temblona, dragoncillo, de santa Bárbara, lalda, julia, de san
Gerardo, pez, de fraile, de la golondrina....), que pocas veces escapan a
que preceda el nombre del género (como sí que ocurre en alverja,
trébol, zurron de pastor, oreja de fraile) y en menos aún a la
lexicalización (hierbabuena, hierbaluisa).
celidonias, menta, toronjil.... |
Las que no comparten acepción en otros campos son caso especial,
por tanto, quizá de plantas más conocidas: bistorta,
escaramujo, agrimonia, esparceta, aulagas, agracejos, torviscos, majuelos,
enabios, piornos, jara, genciana.... aunque tampoco estas dejan de tener otras
denominaciones. Las circunstancias y mezclas de cada una de ellas producen un
sinfín de situaciones peculiares, cuyo análisis no puede realizarse
cumplidamente en espacio breve.
El caso es que esas otras muchas circunstancias y denominaciones
permiten que el paseante o al aficionado puede ir señalando aquí y allá: "parecen jacintos, orquídeas, campanas,
lirios, bolitas, abejas, monedas, caballos, pajaritos, conejos, gitanos,
hisopos, farolitos, botones, etc." Y acertará, como en algunas de las
ilustraciones que van con esta floración de nombres –que he repasado, una vez
redactada, en los índices de Laguna y Font Quer– y he ilustrado someramente cano algunas de las que me rodean: en una de ellas forman remanso
toronjil, menta y celidonia; en otras asoman los olores del orégano, la lavanda, la
salvia (aragonesa) y la hierbabuena....
Nombres. Se puede jugar con los nombres hasta el
infinito. Hortensia |
Termino la entrada con dos variedades exquisitas de hortensia (sí, de hortensia) del jardín de mi buen amigo y vecino Mario: me ha prometido un esqueje.
La botánica y él.
ResponderEliminarél la botánica y yo,
yo, él y la botánica, jajaja.
Entro a leer tus poemas que me molan, pero como también te gusta la botánica no puedo evitar acordarme de una persona querida por mi, un gran botánico, por cierto.
El siempre ponía el nombre en latín y en gallego, nombre que les preguntaba a los paisanos que se encontrara por el lugar.
A mi no es que me entusiasme, me entran por los ojos eso sí, y en el campo hay flores diminutas preciosas.
Besos.
Al maestro siempre se le envidia algo. Con aficiones símiles, pero, ¿de dónde sacas el tiempo? Responde y ayudarás a un mendigo de horas. Por caridad, unos minutos, noche. Aquí tenemos un primer endecasílabo que igual trato de secundar. O tú, que estás feraz. Abrazos, y, al divisar las fotos galaicas, cierta morriña de Asturies. También citas a Mario. Saludos intensos de mi parte.
ResponderEliminarEl endecasiabo que citas es un sáfico bien formado...., par mi los de sonoridad más sutil, "Herni". Tenemos todos nuestras envidias, la verdad: yo quisiera conocer méxico, pero no ser un turista, sino ser uno allí más. Ya ves.
ResponderEliminarMi experiencia es que hay tiempo abundante para ver, mirar, sentir, etc. Lo que no queda es el otro tiempo, el metafísico, pero eso es otro cantar. Lo que suelo hacer, Henri, es tratar las cosas que pasan por mi lado o me rodean con detenimiento; o eso es lo que intento. En el sitio en donde paso tiempo de verano eso me lleva a plantas y jardines, etc. Ahora estoy en Madrid –un par de días, con paso por la BIblioteca Nacional– y eso me lleva al calor, la ciudad vacía hasta la noche, etc.
¿Qué haces allí que te sientes sin tiempo?
Muchos abrazos
Seguiré ese sutil 4ª,8ª,10ª. Por qué no. Ya, si sé que de ese detenimiento viene el placer de vivir... Al menos en parte. No entiendo a quien pasa sin mirar. Por eso, cosa rara, sigo tu blog con cierta frecuencia inusual en mí. Ya sabes Pablo que de puro inconstante no puedo ser vicioso. Hanganado... resulta estimulante. Desde hace unos años quiero hacer demasiadas cosas y tengo un cierto agobio por el paso del tiempo. La muerte de mi padre lo aceleró. No temo la muerte sin embargo. Raro. No puedo recuperar lo perdido, y me faltan horas para detenerme en más cosas (plantas, paisajes, hembras, estrellas, libros, músicas). ¿Recuerdas "no te preocupes, Herni, recuperarás tus vicios poco a poco?" Pues también pienso en volver un poco a ellos, pero sería una florenciada imperdonable (por sevilla, digo); esto es, tratar de recuperar lo perdido tiene algo de patético. Quizá el exceso de amor a la vida, exceso de vitalismo, me hace temer que esto se acabe, demasiado pronto siempre. También me rebelo contra cualquier achaque, contra cualquier dolor, contra el daño que el tiempo puede provocar y de hecho provoca a mis amigos, a la familia que estimo. Me pongo de mala hostia cuando pienso que los muertos con quienes converso (ya sabes) morirán definitivamente conmigo. Terrible e inevitable egotismo. Vamos. Siéntete libre para venir a tu casa de Querétaro, pasarte dos meses o tres o los que quieras y quitarte la envidia. Organiza algo aquí y yo te ayudo. Qué sé yo. O ven a tocarte los... Hay gente que hace eso todo el día y lo llaman vivir. Sorry
ResponderEliminarHenry, tu comentario merece un correo mas largo: los que envio ahora están robados en baritos del pueblo y tienen su encanto, pero no puedo extenderme mucho en ellos. De todos modos, ya es mucho y bueno y rico que andes zarandeado por lo que piensas, dudas y deseas: es el remolino donde se cuece la vida, henry.
ResponderEliminarY no se vuelve a lo perdido: se vive de otra manera.
Mientras tanto, muchos abrazos (estoy con Javi).