La mano se ha
quedado abandonada
en un gesto que
no es de repertorio,
el libro que sostuvo
se ha cerrado,
reclinado en el
pecho y silencioso;
vino el sueño,
quizá el cansancio vino,
hubo necesidad
de algún reposo,
que nada más se
pudo ya alcanzar,
que fue imposible
imaginarse todo;
el animal agazapado
surge,
dormir quiere y
dejar, el abandono;
es el tiempo
que pasa sin palabras;
callados sin
imagen van los ojos.
Galerías secretas hacia un mundo
extraño
sorprendente misterioso.
Pereda, en la Real Academia de de Bellas Artes de San Fernando |
No acechan ya la vida ni la muerte,
ResponderEliminarvencidas ambas son del mismo modo...
Abrazos, siempre