Para ver los árboles de Martín Rico ha sido fundamentalmente
mi asomada al Prado y para decirle a Isabel de Portugal (+1539) que la sigo
amando como la primera vez que la vi. Estaban muy cerca los paisajes del pintor
español y la estatua de bronce de la emperatriz, que no me produce una emoción tan
intensa como cuando la pintó Tiziano, con los ojos ya en la eternidad. http://hanganadolosmalos.blogspot.com.es/2011/03/el-prado-los-jeronimos-tiziano.htmlPompeo
Leoni la terminó, además, demasiado tarde: no pudo verla, sin duda que cuidó de
su efigie a partir de los muchos testimonios que dejó de su figura: en la
propia sala alta del claustro de los Jerónimos hay un bajo relieve de ambos, el
emperador y la emperatriz, también de los Leone.
De los cuadros de Martín Rico me interesaban los árboles,
pues ya me había percatado que pintaba unas veces pinos atormentados y rojizos
–por ejemplo en paisajes segovianos–, de copa muy alta; y otras empleaba
espigados álamos
blancos para contrastar con el resto del cuadro y dotarlo de altura, en tanto
que las muchas escenas de paisajes fluviales, en Francia las más (Poissy,
Cloyes sur Le Loir, Chartes….) presentaban una vegetación impresionista, muy difícil
de averiguar de qué tipo exactamente. Si Martín Rico hubiera sido francés, sus cuadros habrían cobrado la fama de alguno de los primeros impresionistas del país vecino: le ha llegado tarde este reconocimiento que le hermana con Sorolla, S. Avendaño, Fortuny.... Ahí está. Contemporáneo de Galdós y otros escritores realistas y naturalistas, en sus cuadros hizo lo que Galdós en sus novelas.
Lo de los árboles indeterminados –la impresión de la espesura y de la vegetación– no ocurre siempre en los paisajes granadinos
(el Patio de Lindajara, la Torre de las Damas en la Alhambra [1871]) o
sevillanos, en donde los álamos juegan al contraste con las flores japonesas o
con hileras de olivos (en el caso de Sevilla muy claramente) y, sobre todo, con los farolillos
frutales de los naranjos, que hacen bailar la escena. En alguna ocasión cumplen con esa elevación del
paisaje los cipreses, menos desnaturalizados por el pintor.
Una delicia la pequeña exposición del paisajista español,
cuya vista de París vista desde el Trocadero (1883) me va a ser durante unas semanas
–tengo que viajar a París, la ciudad me llama– de salvapantallas, por más que
haya hecho trampa con los puentes.
Exquisito el cuadro de las lavanderas. Exquisita Isabel, su pelo, joyas, vestidos…aquí se le ve retratada por distintos pintores. Interesante.
ResponderEliminarhttp://www.flickr.com/photos/thelostgallery/sets/72157627827352248/detail/?page=3
Impresionante Martín Rico, no lo conocía
ResponderEliminar