La hierba luisa |
He tenido la suerte impagable de haber podido visitar la Biblioteca de la Real Academia Nacional de Farmacia acogido y guiado por su bibliotecario, de cuya seriedad y competencia puedo dar fe: preserva los fondos de esa institución con el rigor de el bibliófilo, los ha vuelto a catalogar con los conocimientos de un experto y lo mantiene todo vivo y actualizado.
La institución (que data de 1598), fue aprobada por el Cardenal Quiroga, el retratado por El Greco con enormes gafas, dio nombre a la calle de Farmacia (era la antigua facultad de Farmacia, que ahora ocupa la Academia desde 1947), que corre desde Fuencarral a Hortaleza, en el corazón de Madrid, y permanece en un solemne caserón de tres plantas, en cuyo interior luce un salón de época, un museo, una vieja farmacia.... Hasta la capilla o iglesia que allí había se ha acoplado a salón de sesiones. La biblioteca se acomoda, limpia, cómoda, en varias salas o salitas de la planta baja.
Posee una rica colección de farmacopeas y libros afines y unas cuantas joyas de botánica, que son las que he visto más despacio, entre las que destaco dos –vamos a llamarlos– manuscritos, dos preciosos repertorios de plantas (veanse las fotos), uno de ellos con cien plantas de la Península (arriba), el otro un manuscrito francés ("desiné" por Luis Née, en 1779), en ambos casos se guarda la muestra de la planta, secada por el tiempo, en cada hoja, y ahora cuidadosamente adherida, con su rótulo (¡impreso en uno de los libros, a modo de banderilla, al pie!), para que recobrar la forma de libro con muestras reales, como varias colecciones que se guardan en la BNE:
Me dicen que la tarea de orfebrería fina ha sido paciencia y arte de un gran restaurador español, cosa que ya se ve: Javier Tacón. Durante un rato he identificado algunas de las muestras consultando el Font-Quer de la propia biblioteca.
Otras varias joyas se pueden ver digitalizadas en el catálogo general accesible on line.
Sorpresa final: una salita aparte guarda una preciosa colección de dibujos y grabados (algunos xilográficos) japoneses, en su mayoría de mediados del siglo XIX, entre ellos, la imagen de la mujer más hermosa (lo decía la cartela). Soñando con ella me fui calle Hortaleza arriba, para encontrarme con "Sueños mágicos" (es su nombre, no lo sé escribir, esta vez en chino).
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