Con
un año de antelación sobre los cinco previstos, un poco intempestivamente y al arrimo de la llamada "crisis", la BNE ha dado por finalizado el convenio. Por tanto, el uno de octubre, el grupo de
alumnos, licenciados y doctores que, en su mayoría, se habían formado en
EDOBNE, es decir, catalogando los lunes por la tarde manuscritos e iniciándose
y desarrollando tareas de investigación, se ha reunido para decirse hasta luego,
charlar y plantearse un nuevo futuro profesional.
El grupo ha estado siempre formado por ocho personas, normalmente seis contratados y dos becarios, con pequeñas fluctuaciones, que provenían de los cambios naturales en personas de esa formación y valía: acceso a puestos de mayor relieve, oposiciones ganadas, viajes y estancias dentro y fuera de España, circunstancias personales; etc.
El otro grupo mayor que inspiró estas actividades –el que trabajaba conmigo también los lunes por la tarde, en la misma BNE– seguirá con un plan todavía valido y
bastantes proyectos (la biblioteca de autógrafos, un par de revistas, la
biblioteca de clásicos, etc.); pero aquella otra tarea, que empezamos a realizar
minuciosamente hace unos veinte años (siete volúmenes del catálogo se han publicado en Arco-Libros) ha alcanzado algún final –siempre quedarán muchos flecos–
después del convenio que concertaron BNE y mi propia universidad, por mi propia
iniciativa y por mí dirigidos, de lo que me siento enormemente orgulloso,
porque creo haber cumplido una de mis tareas como profesor en el campo de la docencia y de la investigación.
Que
la sección de manuscritos de la Biblioteca Nacional de España –una de las más
ricas del mundo, sin duda– haya estado catalogándose por un grupo de filólogos y bibliotecarios de la UAM, integrados en
mis proyectos de investigación (siempre aprobados por la DGICyT) es francamente
un motivo de satisfacción, sobre todo para ellos que así lograron su formación, su especialización y su trabajo, por más que ni en mi facultad ni en mi departamento de Filología Española tengan ni la más
remota idea de lo que hemos hecho y hasta se hayan opuesto sistemáticamente….
Pero ese es un tema de otro lugar, camino por el que no creo que merezca la
pena seguir, ya que esta nota solo quiere ahora recordar al conjunto de
catalogadores que a lo largo de estos cuatro años ha venido trabajando acogidos
por el convenio, es decir, los que han efectuado ese catálogo, dirigidos en su
tarea diaria por el propio personal técnico de la BNE.
No
son ocho, porque como dije a lo largo de estos años, otros logros y caminos
profesionales, otra vocación, circunstancias personales, etc. han ido moviendo
el grupo, que sin embargo ha mantenido la continuidad, por los investigadores
que han permanecido y por el carácter cíclico que integraba en el grupo a
becarios, que luego pasaban a ser contratados. Estos son, por orden alfabético. En la M se encontrará a Pablo Moíño y en la E a Grisel Estayno, que en periodos de años dirigieron y coordinaron el grupo con la misma eficacia que cumplieron su tarea los demás. ¡Qué enorme orgullo poder publicar sus nombres, felicitarles por su tarea y saludarles ya como amigos y colegas! No me cansaré de recordar a quien quiera que consulte los catálogos de manuscritos de la BNE (ya están en línea, naturalmente), que se han podido confeccionar gracias a la tarea de todos ellos:
María
Casas
Juan
Cerezo
Diana
Eguía
Juan Escourido
Grisel
Estayno
Carolina
Fernández
Ana
Garriga
Javier
Maldonado
Jorge
Machón
Almudena
Méndez
Pablo
Moíño
Begoña
Morato
Ana
Puchau
Marta
Quesada
Paula
Pérez
Virginia
Serra
Víctor
Sierra
Sofía
Simôes
He reconocido en las fotos a Sofia y a Virginia. Si o No?
ResponderEliminarEn la foto del grupo está Sofía. Hay una especie de compromiso tácito de no sacar públicamente fotos, porque hicimos muchas . Madrid nos regaló un día limpio, luminoso (había llovido la noche anterior), muy agradable...
ResponderEliminarLa verdad es que comimos en un sitio muy agradable. Aunque al final nos tuvimos que poner las chaquetas, mereció la pena disfrutar de esa terraza en petit comitè.
ResponderEliminarEn la vida todo tiene un fin. Han esperado mi llegada para abrir y cerrar el convenio. ¡Qué trite y bello a la vez!
triSte, perdón!
ResponderEliminarGracias, Pablo, por todo lo que hemos podido aprender en estos cuatro años, gracias a mis compañeras y compañeros de equipo y al personal de la BNE que también aprendió a "querernos".
ResponderEliminarQué emoción encontrar mi nombre entre los de tantos compañeros. Millones de gracias por todo, Pablo, y muchísimas felicidades a todos por el trabajo de estos años. Ánimo y toda la suerte en vuestros nuevos proyectos.
ResponderEliminarEntiendo que este grupo realiza trabajos que debería realizar personal bibliotecario. Me parece bien que se ponga fin a este tipo de "convenios" para dotar del valor que merece a la figura del especialista en bibliotecas /catalogador como profesional, no como personal voluntario, etc.
ResponderEliminarQuerido anónimo, el personal "bibliotecario" especializado, sin embargo, no se forma de la nada, sino precisamente de que los que tienen vocación y acuden a aprender y realizar estas tareas. Desgraciadamente no existe "personal bibliotecario" (yo lo soy, por oposición, excedente para pasar a la docencia), cada vez menos, sustituido por guardias jurados y auxiliares. Y dentro de muy poco ya no habrá el mínimo necesario para conservar nuestro inmenso patrimonio documental. El sistema por el que se cambiado es infinitamente más perverso y de cariz netamente capitalista: ahora se sacan esas tareas a concurso público de empresas, y las empresas –el capital– contrata a los mismos especialistas, solo que con jornada doble y por la mitad del sueldo: se trata del triunfo del capital sobre el trabajo, sencillamente. No veo por ningún lado cómo "se dota del valor que merece a la figura del especialista", más bien se le reduce a la ínfima condición del trabajador.... De hecho tres de las personas de ese equipo fueron luego contratadas por una empresa con esas condiciones humillantes (ocho horas diarias, menos de 900 euros al mes).
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