Los biógrafos del III Duque de Osuna, el mecenas de Quevedo, han señalado adecuadamente las mocedades en las que incurrió desde muy joven –había nacido en 1574–, sobre todo a la muerte de su padre; es probable que en algunas de esas aventuras, que alcanzaron el delito, le acompañara el escritor en Sevilla, en la corte o en cualquier otro lugar de los que el duque recorría. He repasado cabos sueltos en las recientes biografías de algunos de esos datos, como otros también problemáticos. Y así en la ordenada, útil y correcta biografía de M. Linde sobre Osuna (del 2006) he visto que se citan las andanzas juveniles del duque, como en realidad los restantes datos biográficos, normalmente a partir de fuentes modernas o de historiadores posteriores, entre los que incluyo los cuatro volúmenes del CODOIN. Quizá sea problema del mentor de esta biografía –Antonio Feros– cuya cita abre el volumen. El historiador ubicado en EEUU tiene el vicio de trabajar sobre refritos, panoramas y teorías, lo que le puede dar un tono muy interesante al relato.... que suele ser un invento de su magín.
Pero bueno, es el caso que voy a ilustrar los datos que allí se airean con los documentos originales de la Junta que iba tratando de los desórdenes del joven Duque, con las apostillas marginales de Felipe II (es la letra desgarbada que ocupa el folio esencial). Quizá sea más fiel el uso directo de las fuentes, que seguiré publicando en dos entradas más.
También recuerdo al historiador –a Linde en este caso– que del retrato del duque de Osuna que tanto se lamenta no haber encontrado, tenemos ya al menos tres copias, que se han publicado también en este blog y de las que pronto habrá –he corregido ferros– un artículo sobre el busto de Quevedo en donde se dará mayor noticia. Aprovecho la coletilla final para reproducir una copia del busto de Quevedo, que yo creo de Alonso Cano, tardía y menor, que se encuentra en el Museo Lázaro Galdiano y que debo a la gentileza del director de su biblioteca.
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