La culpa no es mía, la de repetir: repito mi camino cuando atravieso el Retiro, hacia la otra parte, en donde están lugares habituales de mi trabajo: el Archivo Histórico de Protocolos, la Biblioteca Nacional, la Biblioteca del Prado, la Biblioteca del Museo Reina Sofía.... Habría que hacer un inventario y valoración de todos esos lugares –en este caso, madrileños– en donde se deposita el mayor caudal documental de nuestra historia y de parte de nuestra cultura –la que se fija; de hecho he pedido a una de mis alumnas, enchufada, que me ayude a organizar ese mapa, y he empleado las malas artes del chantaje emocional, por lo que creo que puede dar resultado. Existen sobre el tema, por supuesto, guías muy variadas, la más densa una monografía de la UAM –hecha por el departamento de Historia Moderna– de hace unos quince años, desde una perspectiva más hacia la historia de los fondos que topográfica, desde los lugares en donde se depositan, que es la que yo quiero hacer.
De manera que sí, repito, con variantes, porque al Retiro le ocurre como a las personas: que un día tiene catarro, otro ha dormido bien, por las mañanas anda como que se acaba de lavar la cara y por la tarde se entrega a los arrumacos. Ahora, desde las últimas lluvias de semana santa, se ha venido a flores. La última ilustración de esta entrada enseña ya los lilos en flor. Conviene no decir dónde se encuentran –también, también tengo mapa– porque ahora, con la crisis que llaman, la gente arrampla con todo: los que están a la entrada de la calle Ibiza enseñan su flor una sola vez, enseguida las arrancan. Como en el otoño las drupas de los madroños en el paseo de coches.
Esta vez, con aires de tormenta, el Retiro iba y venía a una penumbra deliciosa y los árboles, cuando se les echaba el viento encima, parecían bailar. Me he acordado de que la próxima semana voy a disfrutar de danza, y entre lo uno y lo otro y el barullo y la crisis y yo que se qué, los versos. Todo terminó con un sauce llorón que ya empezaba a llorar y, algo más tarde, con el Conde de Villamediana vendiendo casas en la calle Mayor. Ya lo contaré.
Tormenta en el Retiro |
Son los árboles del parque danzantes
que llevan la armonía
hacia la altura,
apenas si se nota cuando
paso
pero yo sé que cambian su
figura,
los brazos de sus ramas
extendidos
jugando con las hojas
gesticulan,
meditan si a la luz es
donde van
meditan si quedar en la
penumbra;
ponle trenzas al aire con
tus brazos,
haz un nudo a la gracia
con dulzura
y mueve como el árbol que
nos mira
el gesto silencioso de la
música.
Al archivo me voy –paso
de danza–,
y aquel sauce llorón va y
me saluda.
Los primeros lilos |
Quien pudiera atravesar el retiro todos los dias...Y con que gracia lo haces tu, Pablo.
ResponderEliminarMuy sugerente y poetico ese camino dividido que se encuentra al final.
Perdonen la falta de tildes; se las llevo esa tormenta
me
Tus fotos son tan bonitas, que se pueden oler los lilos, la tierra mojada y toda la primavera en el Retiro.
ResponderEliminarHace poco que he descubierto tu blog y me gustan todas tus cosas, especialmente las historias sobre el Viejo Madrid y sus personajes.
Y para primavera por todo lo alto, acércate si puedes, este fin de semana al Parque del Capricho. Los lilos y los Cercis (árbol del Amor), y otros arbustos de color lila, (el color preferido de la Duquesa de Osuna), están en toda su plenitud.
Aprendo mucho contigo. Muchas gracias.
Un abrazo. Ana
El árbol del amor, anónimo, tuvo su poema el 10 de julio del año pasado. Siempre me hizo gracia que a este "quercis siliquastrum" le salieran las flores antes que las ramas. Si me dejan colgar un par de fotos que le hice ayer, las cuelgo, si no, os las cuelgo de por libre en entrada aparte, como regalo a vuestra simpatía, anónimos.
ResponderEliminarCon qué facilidad recorro el tiempo
y ahora sé lo que sobra y lo que falta;
y con que claridad el verso fluye
apenas apoyado en las palabras.
Amo tu vida cuando te sé siendo;
da lo mismo que estés o que te vayas;
contigo no hace falta que se esconda
el dolor, la amargura, la nostalgia…
El árbol del amor retuerce el tronco,
mas sus flores esparcen la fragancia
antes de que las hojas aparezcan
y otros se atrevan a vestir sus ramas.
El árbol del amor en primavera.
Te vas. Ya sabes que te vas amada.
Querquis", con ese nombre, le salieran:
las flores antes que las hojas
Disculpas, Ana, te he tomado por anónimo. Y además se me ha colado una frase cortada de mi intervención anterior. ¡Un desastre!
ResponderEliminarAbrazos
Pablo, tu blog esta muy bien organizado pero no puedo encontrar esa entrada que mencionas del 10 de julio del 2011.
ResponderEliminarPor que no tienes las entradas por fechas?
Estrella, están por fechas: es del 21 de julio del 2010, el despiste ha sido mío, al cambiar el día. En el buscador del blog, sin embargo, sale fácilmente, si por ejemplo pones "cercis siliquastrum" o simplemente "el árbol del amor".
ResponderEliminar¿Estás leyendo mucha poesía esta primavera? Estarás empalagada....
Ay, tengo aquí un tomazo de hojas que imprimí hace días; lo miro de reojo y pienso:
ResponderEliminarcuando florezcan las hortensia... allá por junio,