Repasando la correspondencia de Fernando de Borja, como maestre de la orden de Montesa, me encuentro con esta carta de 1601, en la que enseguida se distingue la letra amplia y desgarbada de Rodrigo Calderón, el privado del privado Lerma en tiempos de Felipe III, de triste destino: decapitado a la muerte del Monarca, en la Plaza Mayor de Madrid.
Faltan veinte años para que la historia dé la vuelta, en estos momentos el ambicioso Rodrigo –probablemente en Valladolid, de donde era y donde se encuentra la corte– se va a casar y ha elegido dama. Está sopesando si sus amores son correctos y van bien encaminados y ha debido escribir antes de Fernando de Borja –y, sin duda, se lo ha comunicado a muchos más–, quien parece haberlo aprobado: "El Duque [de Lerma], mi señor, me ha hecho merced de admitir la plática de casarme con doña Inés de Vargas, hija de don Miguel de Vargas, por haber parecido a su excelencia que me estará bien y así esta ya tan adelante que no falta más que Vs., como mi señor, lo tenga por bien..." Rodrigo Calderón cuida el detalle –la fineza– de continuar la copia del amanuense con un párrafo de su puño y letra, signo de cordialidad respetuosa: ... suplico a V.Sª. me perdone la mano ajena y el darle esta pesadumbre, pues como criado y del Duque deseo acertar en todo...."
El titulillo de esta entrada alude a que en varios lugares de este blog hemos dado a conocer textos, la mayoría autógrafos, de Luisa de Carvajal, entre los cuales una jugosa correspondencia con Rodrigo Calderón, que alcanza hasta la muerte de Luisa (1616) y se prolonga con su traslado desde Londres a San Sebastián; allí va a recoger su cuerpo Rodrigo Calderón, aprovechando las comitivas de las entregas reales (1616), y se lo lleva algo sigilosamente a Portaceli de Valladolid, de donde será exhumado unos meses más tarde, por orden de Felipe IV, para trasladarlo al monasterio de la Encarnación, en donde hoy se encuentra. Todo lo que concierne a esta historia se ha dado a conocer, a partir de documentos originales siempre, en este blog, por eso no insisto ni aclaro nada más.
Como me advirtió son sensatez y conocimiento mi colega y amigo Luc Torres –el estudioso y editor de La pícara Justina–, en un reciente encuentro de hispanistas en La Sorbonne, la correspondencia tiene su razón de ser en que esta Ines de Vargas era la nieta del virrey, diplomático y consejero Francisco de Mendoza, es decir, una de las dos primas con las que Luisa de Carvajal, huérfana se crió, y a las que alude constantemente en su autobiografía confesional.
El círculo de nombres, circunstancias y fechas se cierra casi completamente cuando se casan nombres y fechas. Eso sí, no parece que en Valladolid –allí esta la corte– don Rodrigo y Luisa de Carvajal se hayan conocido, pues ninguna alusión encuentro en el epistolario de Luisa al respecto.
creo que Rodrigo Calderón fue degollado, no decapitado, hasta recuerdo haber leído un informe forense sobre la exhumación de su cadáver donde se describían con detalle los efectos del suplicio, lo que no me recuerdo es donde.
ResponderEliminarDegollar es lo que siempre dicen los relatos antiguos, desde luego, y era la pena capital para nobles; pero en otros documentos se señala también la separación de la cabeza, etc. La verdad es que he dado por bueno que era lo mismo y, por tanto, que no he considerado despacio la doble posibilidad.
ResponderEliminar¡Gracias!