La lluvia es la que da pasos por las calles de Santiago, y
la que deja las calles húmedas y las fachadas de las casas de un tono gris
oscuro, que contrasta con los cuadros de balcones y ventanas iluminados, los que
sugieren la intimidad protegida. Las calles tiene austeros y convenientes
rótulos de tono piedra, con la letrería perfilada en rojo. Y en Santiago, como
en toda España ahora, reaparecen tiendecitas de artesanos, muchas de ellas, por su contenido o por su origen, asiático, africano, oriental.... El viajero ha comprado chocolates artesanos
–muy caros–, pues la tradición de productos “coloniales” (chocolates, cafés, especias, etc.) sigue siendo más abundante, mejor surtida, que en el resto de la
Península.
Ha habido en la Universidad de Santiago de Compostela una
reunión de quevedistas a las que hemos acudido, convocados por Alfonso Rey y su
prestigioso equipo de investigadores, otros tantos de las universidades
españolas (Huelva, Córdoba, Vigo, Madrid....) e italianas (Pisa, Siena, Trento,
Nápoles....) En su momento di a conocer el programa en este mismo blog. Muy
interesante.
Son las jornadas de mañana y tarde: terminamos pasadas las
ocho de la tarde. Santiago nos ha regalado un tiempo maravilloso: lluvia el día
que llegamos; nieblas por las mañanas; luz de otoño luego. El otoño del norte
es más largo y los numerosos arces, liquidámbares y plátanos han pintado toda
la ciudad, que sigue manteniendo un centro histórico recoleto y animado por la
vida estudiantil. El frescor de la noche contrasta con las largas sesiones
académicas. El viajero recorre iglesias, fotografía plazas, se embelesa con
fuentes y gárgolas, adivina la historia que le cuentan las placas
conmemorativas, borrajea versos que recuerda o que le vienen.... y concede al
cuerpo su dosis de cansancio físico antes de ir a descansar.
La niebla es cada vez más espesa. La ciudad se está
quedando vacía. Al bordear el convento de los franciscanos, la callejuela se
queda desierta y solo la luz de las farolas, ámbar, identifica la fina lluvia
que está cayendo, como una sutil red de tejido luminoso.
Molto bello. Grazie tante.
ResponderEliminarYo estuve en Santiago este agosto. A diferencia de lo que ocurre en tus fotos, estaba abarrotado de fanáticos.
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