En
un lugar por donde nadie pasa,
entre
las zarzas y las malas hierbas
una
semilla que brotó a destiempo
el
aire tibio del otoño espera;
el
tallo verde todavía ignora
si
será flor o si de rama seca,
sueña
que luz entre sus hojas cuaje
gota
de savia que el calor alienta;
y
mientras duda, se estremece y alza
breve
botón que con la noche tiembla,
prepara
aromas y dispone estambres
de
fondo rosa y de figura incierta.
La
soledad ha germinado vida
en
un lugar a donde nadie llega.
Vos sabrás explicar el porqué, pero estos versos tienen el ritmo del otoño. Del otoño verdadero, no del que está más cerca del invierno que todo lo mata, sino del otoño que transforma.
ResponderEliminarBellos versos, aplicados al otoño o a su cuerpo ... quién sabe, a su sensibilidad seguro.
ResponderEliminarGracias, Julia; gracias, anónimo. El ritmo, Julia, y perdón por andar con criterios métricos o técnicos, que no deberían asomar, es el de un sáfico puro, es decir, que apenas debe sonar más que de fondo.
ResponderEliminarTinta china negra y acuarelas pintan bien el cuadro de tu hermoso otoño. Me gustaría más estar en la primavera austral, pero no logro desenredarme de un par de finas líneas negras... me enredaron el pecho.
ResponderEliminarBellaluna, no hay que dejar el campo –y sobre todo el natural– para que sea también y solo propiedad de quienes ya tienen y gobiernan todo. Aunque sería tema de charla larga –que no concluiría en nada–, seguiré haciendo mío todo lo que pueda. Ese otoño no es "mío". LOs ginkos de Montsouris estarán preciosos, ¿los ves cuándo pasas en moto cerca? Adivino por lo que dices que muchas veces las cosas te empapan, aunque parezcan acuarelas. Esas líneas en tu pecho, negras... que no te acorralen y que sigas siendo como eres.
ResponderEliminarNada de perdón, Pablo, de hecho esas criterios técnicos es lo que te pedía. Saber los nombres no destruye la magia. Y ahí se ve con esto de que el sáfico "apenas debe sonar más que de fondo" la traducción tan adecuada de lo que es el otoño: un estar sin estruendos, o algo así, que se percibe pero no se termina de asir.
ResponderEliminarNo entendí un otoño en propiedad, sino una percepción personal subjetiva. Propia. El otoño no es de nadie, siquiera de todos. En realidad el otoño es un estado de ánimo. Parc Montsouris está muy cerca de mi trabajo (Bd Auguste Blanqui), a veces paseo a la hora de comer. Deben ser los extraños árboles con hojas de abanico... no distingo un abeto de un cerezo.
ResponderEliminarBesos
Me olvidaba, Bellaluna, de que sabes distinguir muy bien, aunque los árboles de montsouris no los distingas (hay muchos ginkos, con hojas de abanico, como dices), porque te entregas mucho más a lo esencial, que además de crecer, siente y piensa. Otoño, tiempo en declive, quietud... son remansos, como dormir unas horas cada día.
ResponderEliminarBeso