Al
acercarnos chocarían nuestras
gafas,
sería impedimento nuevo
para
la escena del amor soñado
que
hemos pulido y protegido tanto,
quizá
preludio de otras semejantes
en
circunstancias todavía más
comprometidas,
más indignas, torpes,
que
destruirían el refugio virgen
de
la imaginación; o sea que
jodidos
vamos, pero bien jodidos,
nada
que hacer en este tiempo extraño
mientras
los versos se contagian irre
mediablemente
de la escoria externa
y
recuperan el sabor del grito.
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