21 de la calle del Pez |
peluquería femenina |
Un paseo del atardecer, caluroso, por Madrid, me ha llevado desde la Plaza del Dos de Mayo a la calle de la Madera, que he recorrido de una punta a otra, desde Jesús del Valle a la calle Luna, atravesando la calle del Escorial, en cuyo número 17 estaba la casa familiar –madre, abuelos maternos. Me he detenido allí, en la planta baja ha crecido una especie de taller artístico (Raebock. Creative Hub), con clase y gente, muy atractivo; es un signo de parte de la calle, que se ha renovado radicalmente en algunos casos, otras veces ha puesto nuevo traje a lugares viejos y aun ha conservado establecimientos de siempre. Conserva la gracia de las fachadas y balcones, algunas con relieves y adornos. Eso sí, todo rematado por grafitis y pintadas.
De entre lo más nuevo, el par de peluquerías creo que una masculina y otra femenina, en donde pude entrar y me dejaron fotografiar la talla de la Virgen y otras menudencias decorativas. La contrapartida: la única librería que he visto, cerrada.
Para las posibilidades de cuál fue la casa de Margarita de Quevedo, en la que hubo de vivir el escritor alguna vez, véase
http://artedemadrid.wordpress.com/2012/11/26/quevedo-y-la-calle-de-la-madera/
peluquería masculina |
En la parte "baja" de la calle Madera, pasada la fachada posterior de San Plácido, se encuentra la otra casa ocupada, en este caso por lesbianas, transexuales y feministas (no sé si lo he dicho bien; hablé con algunas, no me dejaron entrar). Frente a esas novedades, un par de tabernas muy acogedoras, dos o tres establecimientos de salud alternativa (yoga, chino, etc.) y varios talleres artesanos (carpinteros, vintages, encuadernadores....) Maravilloso este Madrid persistente y cambiante al mismo tiempo que se refugia en estas callejuelas, con un paisaje humano también universal en el que se pasa del matrimonio anciano que riega geranios en los balcones a las familias orientales (¿chinas?), la mezcla de razas y de edades. Al final de la calle, un restaurante "oriental", como dios manda.
Hoy es un día
para versos rotos
de los que
salen limpios sin rodeos,
que se vienen
de no se sabe dónde
sin tema, sin
amor, desde muy dentro.
Voy buscando la
calle de las Minas;
calle del Pez
arriba, me paseo:
en el veintiuno
viven los ocupas;
El palentino
estaba aun desierto.
En una de las
casas de Madera
sospechamos que
vivió, quizá, Quevedo;
Mercedes lo narró
en un blog magnífico.
Las calles que
vivieron mis abuelos.
Las cruzo sin
saber qué me ha traído.
¿Era yo quien estuvo
aquí hace tiempo?
Preciosa entrada para un barrio y una calle con mucha historia, incluso personal. Creo que ya comentamos en alguna otra ocasión que mis abuelos y mi madre vivieron en Espíritu Santo, cerca de los tuyos, así que fueron vecinos y conocieron el mismo ambiente, muy distinto al que se vive ahora y que tú reflejas tan bien. Yo también vuelvo una y otra vez a esas calles. Y preciosos versos, ¡muchas gracias Pablo!!
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