Un viejo parque que casi se come la M-30, con árboles –normalmente cedros– viejos y juegos de agua que provienen de la antigua fuente, remodelada, que uno se encuentra a modo de círculo en uno de los accesos. Volví una mañana, con Mercedes Gómez, que tantas cosas sabe de Madrid, y me lo iba explicando todo. Las fotos lo dicen: el verano a punto de llegar, las adelfas en flor, como los rosales silvestres. Nos detuvimos en el palacete –muchos estudiantes, es época de exámenes, en una de las salas– y fuimos a ver al Bécquer de "Santiago", frente a un madroño envejecido que necesita podarse. Historias de jardines, jardineros y ayuntamientos –casi todas de panorama incierto: la política afecta a los macizos de flores, a los setos, al ruido del agua. Le pregunté por la lápida de Bécquer en la calle Claudio Coello: ¡la estaba buscando en el lado contrario, quizá equivocado por la lápida de Palacios, que enfrente está!
Un pavo real en el Palacete, con una extraña colección de pinturas: el lugar se llama "Rafael Altamira", el historiador alicantino. Barrio alrededor, al este la M-30, al oeste casitas todavía y urbanizaciones de clase media que llenaron las cuestas por las que hubo de descender el agua hasta la fuente del Berro. Los centros de gimnasia, que se han puesto de moda, llevan a los corredores para que sufran un poquito más. Y de vez en cuando, jubilados en los bancos, leyendo el periódico. Pero casi nunca se deja de oír el sordo rumor de los coches.
A Mercedes le encantaba el puente moderno que cruzaba la M-30.
Lo viejo y lo nuevo. Detrás de la torre mudéjar se ve el "pirulí", la torre de televisión de Madrid. Mercedes y yo hablamos sobre las cotas de Madrid, que si la estatua del Ángel Caído, que si los cañones de Napoleón en los Jerónimos. He tenido suerte de que Mercedes me haya desplegado su sabiduría, sencilla y cordial. Su blog sobre Madrid se recomienda en este mismo lugar.
Empezaba a hacer calor cuando volvimos al barrio: cerca Manuel Becerra, el final de la Calle Goya, Doctor Esquerdo, una de las calles más ruidosas de Madrid.
Muchas gracias, Pablo, por esta crónica tan bonita de nuestro paseo. Fue un placer recorrer el parque contigo, tu conversación y aprender cosas nuevas.
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