Entre los
autobuses de Qingdao
el 25 se merece
un poema:
atraviesa los
barrios más poblados,
trepida, sube
calles, baja cuestas;
cada vez que se
para coge gente,
con tres
paradas todo lo renueva;
las madres con
los niños, colegiales,
mujeres con la
compra, hombres, parejas....
El viajero
parece distraído
y simula que
nada le interesa,
pero anota la
vida cómo pasa
y cómo el 25 se
la lleva.
Me gustaría ser
como ellos son;
pero el tiempo
se fue de otra manera.
fotos tomadas desde el autobús |
II
Porque la vida
fluye sin cesar
por las
arterias rotas de Qingdao,
isla verde que
nunca fue una isla
aunque tiene la
brisa de sus mares
y dulces tardes
de melancolía,
cuando se va llevando
el sol lejos,
los plátanos empiezan
a dorarse
y los niños ya
quieren ir en brazos.
A los jardines
de Lu Xun se asoma
media luna muy
tímida y sencilla
que destaca a
los últimos paseantes
entre las
suaves luces indecisas.
La ciudad sigue
viva y bulliciosa
como si no
quisiera descansar.
Lu Xun en su parque |
III
La noche viene
azul entre los pinos;
la gente busca y
espera en las paradas,
una marea de autobuses
pasa
y se los va
llevando sin cesar.
Será la noche
tibia y otoñal;
da pereza
volver a casa pronto,
preferiría
luna, mar y noche,
mientras que
nada ocurre alrededor.
En mi cuaderno
tomo algunas notas,
algunos versos
sueltos todavía
que no se rinden
a este octubre cálido
ni al gracioso
perfil de las pagodas.
Sin que nadie
se entere, con susurros,
le confieso a
la luna que la quiero.
Todavia en China????
ResponderEliminarClaro. Y lo que te rondaré, morena. Me queda aun tiempo.
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