Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

lunes, 27 de octubre de 2014

Gentes (I, en China)


Nada hay si no hay gente; la gente es el alma de los paisajes, las ciudades, las escenas.... Y la gente suele ser diversa, variada, cambiante. Cuatro entradas de este blog van a recoger gentes, sin ninguna finalidad determinada –desde luego ninguna razón de edad, condición, estética....–, casi exclusivamente presentadas por rasgos tan generales que no permiten el juicio previo, apenas un ordenamiento que evite el caos: niños, grupos, parejas, situaciones... Es verdad que en muy pocos casos la razón puede provenir del carácter personal, social o colectivo de esas gentes, siempre en China. 


Por ejemplo, es inevitable que quien viene de lejos se extrañe inicialmente del papel de los niños en estos lugares, como centros de atención, primero, de la pareja, luego de toda la sociedad; me dicen que es a causa de la norma de un solo hijo, que los convierte en príncipes; el corolario es la abnegación materna. 

La forma en la que eso llega al extranjero es la del hábito de llevar a los niños en brazos, incluso cuando ya pueden andar –es decir: de tres, cuatro o cinco años....– o cuando la madre o el padre ya no pueden casi con el esfuerzo que significa: he visto una madre joven en la estación de Hangzhou arrastrando en cada mano una maleta con ruedas, y colgando por delante, sujeto al cuelllo y a algún artilugio, un infante de más de dos o tres año, totalmente dormido en el hombro de su madre. Porque esa esa su actividad normal en brazos del padre o de la madre, dormir apaciblemente.
Lo de dormir apaciblemente podría ser la ocasión de otra serie de imágenes de gente: gente que se duerme encima de una mesa, reclinado sobre una pared, escorado en un banco, apoyado en quien está al lado... Yo mismo he mantenido compañía silenciosa con una elegante dama, más bien joven, que se durmió en un banco, sentada a mi lado, con la mayor naturalidad del mundo. También me explican lo de las largas jornadas de trabajo y los desplazamientos de más de dos horas para acudir y dejar el trabajo. 



Hay muchos más rasgos de este tipo, pero si voy a ellos no llegarían nunca las imágenes: fumar es todavía un hábito, muy extendido entre los jóvenes, por cierto. El ir cogidos de la mano, adolescentes en su mayor parte, pero no solo, también damas mayores y madre con hija. 
Entre los grupos, muchas imágenes vendrían proyectadas desde las partidas de cartas, los grupos de colegiales uniformados, las vendedoras del mercado... 
Grupo aparte pueden formar las parejas, de todo tipo, normalmente delicadamente cariñosas, sin los excesos europeos, digamos, pero repletas de dulzura y respeto mutuo, normalmente jóvenes, extremadamente jóvenes, incluso ya con el vástago único como centro. Luego estarían el sin fin de ocupaciones: los ejecutivos de los barrios financieros, la masa de empleados en los hoteles y establecimientos (restaurantes, comercios grandes, peluquerías, etc.), entre los que cabría destacar el de la absoluta dedicación, cumplida con una seriedad digna del mayor respeto (la barrendera que va pacientemente recogiendo colillas del suelo; la cobradora que cumple su función sin levantar la vista; el conductor del automóvil que se detiene cuando ve que alguien corre...) 
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Buen hacer, dignidad, rigor, seriedad.... que contrastan, ¡y de qué manera!, en cuanto uno pisa Europa. Yo lo hice en el aeropuerto de Amsterdam, lugar infecto por el desorden, el desprecio y la indignidad: ventanillas de privilegios (¡para el pasaporte!) para la primera clase del avión (¿qué tiene que ver lo uno con lo otro?), ironía de la policía en el trato al extranjero, petición de dinero para todo. Y también observé allí la contención y el sometimiento de la mayoría de la gente, tratadas como rebaño que organiza para su beneficio el gran capital. 

Pero todo eso me llevaría muy lejos. Para esta entrada he seleccionado una discreta procesión de gente, con niños en brazos, o de niños.


1 comentario:

  1. No hay nada más agradable que el calor que transmite un niño. Tenerlo cerca, escuchar latir su corazón, palpar su sonrisa..., ojalá que nunca se pierda esto!
    Ecribirás un libro sobre tus vivencias en China?
    Bicos.

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