De repente, cuatro gotas, y unos segundos después la calle se
llena de vendedores de paraguas. Son unos paraguas bellísimos, casi perfectos,
de una simplicidad abrumadora, transparentes, con las ballenas plateadas y los
enganches o caperuzas blancos. Los hay con algún dibujo de color, pero el
transparente se lleva la palma. Naturalmente que compré uno y pedí que lloviera.
A mares, luego ha llovido. Pero yo llevaba mi paraguas transparente de diez
yuanes (algo más de un euro), como mucha gente, que se podría usar y tirar;
pero ¿cómo voy a tirar yo mañana, cuando emprenda un largo viaje en tren, un
objeto tan sencillo, práctico y hermoso?
Otras veces el invento no está tan logrado, pero es de una
funcionalidad apabullante, como he constatado en uno de los grandes mercados de
comida fresca: en las tiendas tienen unos mínimos ventiladores a los que se ha
enganchado una cinta de colores, muy fina, tanto, que al girar el aparato la
cinta baila graciosamente por encima de todos los productos, como figura alada
de ballet.... y espanta moscas y mosquitos, sin necesidad de agresiones
palmeadas ni de productos químicos.
Acaba de sacar APPLE un teléfono que aquí cuesta más de 6000
yuanes, es decir, unos 650 euros, algo inalcanzable para los humanos sencillos;
pero los chinos, casi al mismo tiempo, ya están vendiendo atriles, creo que de
plástico, que agarran al aparato (puede ser cualquier otro teléfono y también
cualquier tableta) y lo mantienen fijo a la altura y con la inclinación que uno
quiera. Creo que costaban algo menos que el paraguas, es decir, no llegaban al
euro.
Esa es una de las preguntas que llevo en la mochila cuando ando
hurgando o de paseo, “shen ma yong?”, “¿para qué sirve?”, porque si uno se para
en los modestos puestos del mercado nocturno encuentra mil maravillas,
probablemente inútiles, pero deliciosamente traviesas, como una lupa con doble
aumento contiguo (¡para leer los caracteres chinos de los teléfonos móviles!),
todo tipo de ropa, bolsos, zapatos y calcetines de función específica (deporte,
agua, trabajo, chancleta, bota....) ¿Qué son inútiles? Más inútiles me parecen
los teléfonos móviles de 650 euros, que te despiertan con Las bodas de Fígaro, o los inmensos coches que no caben en las
callejuelas del mercado.
Para ilustrar, un despliegue del paraguas en mi habitación (no soy
supersticioso).
Me compré la lupa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario