Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

martes, 21 de octubre de 2014

Historia de un paraguas chino


De repente, cuatro gotas, y unos segundos después la calle se llena de vendedores de paraguas. Son unos paraguas bellísimos, casi perfectos, de una simplicidad abrumadora, transparentes, con las ballenas plateadas y los enganches o caperuzas blancos. Los hay con algún dibujo de color, pero el transparente se lleva la palma. Naturalmente que compré uno y pedí que lloviera. A mares, luego ha llovido. Pero yo llevaba mi paraguas transparente de diez yuanes (algo más de un euro), como mucha gente, que se podría usar y tirar; pero ¿cómo voy a tirar yo mañana, cuando emprenda un largo viaje en tren, un objeto tan sencillo, práctico y hermoso?


Otras veces el invento no está tan logrado, pero es de una funcionalidad apabullante, como he constatado en uno de los grandes mercados de comida fresca: en las tiendas tienen unos mínimos ventiladores a los que se ha enganchado una cinta de colores, muy fina, tanto, que al girar el aparato la cinta baila graciosamente por encima de todos los productos, como figura alada de ballet.... y espanta moscas y mosquitos, sin necesidad de agresiones palmeadas ni de productos químicos.


 
Acaba de sacar APPLE un teléfono que aquí cuesta más de 6000 yuanes, es decir, unos 650 euros, algo inalcanzable para los humanos sencillos; pero los chinos, casi al mismo tiempo, ya están vendiendo atriles, creo que de plástico, que agarran al aparato (puede ser cualquier otro teléfono y también cualquier tableta) y lo mantienen fijo a la altura y con la inclinación que uno quiera. Creo que costaban algo menos que el paraguas, es decir, no llegaban al euro. 
Esa es una de las preguntas que llevo en la mochila cuando ando hurgando o de paseo, “shen ma yong?”, “¿para qué sirve?”, porque si uno se para en los modestos puestos del mercado nocturno encuentra mil maravillas, probablemente inútiles, pero deliciosamente traviesas, como una lupa con doble aumento contiguo (¡para leer los caracteres chinos de los teléfonos móviles!), todo tipo de ropa, bolsos, zapatos y calcetines de función específica (deporte, agua, trabajo, chancleta, bota....) ¿Qué son inútiles? Más inútiles me parecen los teléfonos móviles de 650 euros, que te despiertan con Las bodas de Fígaro, o los inmensos coches que no caben en las callejuelas del mercado.

Para ilustrar, un despliegue del paraguas en mi habitación (no soy supersticioso).

Me compré la lupa.



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