Este menda lerenda, y a petición de uno de mis lectores, va a traer a la entrada una sesión gastronómica. Vaya por adelantado que me siento totalmente incompetente para un juicio razonable de calidad sobre tan controvertida materia, que ha de colocarse, como siempre, bajo la determinación de tiempo y lugar: esto es, supongo que la comida en los puestos de la calle poco tiene que ver con la de los restaurantes de las zonas ricas o con las de los lugares más afamados; y que a su vez, todas ellas vienen determinadas por tiempo y lugar. Si hablo de la comida de Hangzhou o Qingdao a lo mejor nada me entienden quienes hayan visitado Pekin o Gangzhou, pongo por caso. De hecho, una buena amiga que ha vivido tiempo en Pekin me ha pasado una preciosa nota en la que resume los ocho sabores típicos de la comida china (la de Sichuan, Shandong, Canton, Zheijiang....) y pasa revista a platos y variedades que yo he intentado probar.
Seamos sensatos, si hiciéramos lo mismo en Europa, aplicando la receta a una zona geográfica mucho menor, ¿qué hay de común entre la comida filandesa, la griega, la rusa, la española, etc.? En cuanto se coloca el filtro geográfico nos damos cuenta del disparate que puede significar hablar de la comida china, europea o americana, ¿no?
La determinación gastronómica en Qingdao viene dada por el mar; desde antes del amanecer he visto a los camiones llegar repletos de marisco y pescado fresco, que en su mayoría se mantiene vivo, supongo que para distribuirlo luego a minoristas, restaurantes, hoteles, etc. En una de las muchas zonas de descarga, almacén y distribución en tanto los hombres descargan y transportan las mujeres limpian, organizan y distribuyen ¿cigalas, gambas, tortugas, camarones, cangrejos.... ? vivos en cubetas enormes; o preparan pulpos y calamares; o limpian moluscos de todo tipo, o separan tortugas de caracoles... No me he atrevido a sacar fotos porque esa gente está trabajando, y muy duro. Pero sí que las he hecho con el resultado final, en los sitios donde se come, después de pedir permiso. Todo aquello se va a comer en toda la ciudad y –creo yo– se va a enviar y distribuir a otros lugares, muchas veces en camiones acondicionados.
He tenido la suerte de conectar con buenos amigos, chinos, y he podido conocer ese resultado tanto en algún restaurante de prestigio –para los chinos, no está en las guías europeas–, como en otros típicos de familias chinas o más de barrio, así como en un comedor sencillo de la costa y, desde luego muchas veces, en las pequeñas barbacoas y cocinas de la calle, donde suelo cenar (4 o 5 pinchos, por unos seis yuanes, es decir unos 0,80 céntimos). De hecho ayer visité el más antiguo de todos (data de 1902) y me perdí por un barrio-mercado, cuyas calles deberían llamarse “fruterías”, “pescaderías”, etc. y no calles. Si me da tiempo lo contaré.
En los restaurantes del barrio se come razonablemente bien (dos platos y una bebida, por aproximadamente 35-50 yuanes; es decir, unos 4-5 euros); en el de la costa, comimos tres personas cuatro platos para todos por 75 yuanes, es decir unos 8-9 euros)..... No sé cómo costaría la cena en el restaurante de prestigio porque me invitaron, pero los platos que se anunciaban iban desde los 18 a los 40 yuanes la mayoría, es decir, entre dos y seis euros.
Quizá a ese tipo de comida sí que deba hacer alusión y sobre ella dejaré el primer reportaje fotográfico, ya que era realmente espectacular contemplar la exposición de platos que se ofrecen al comensal, muchos de ellos tal y como se le van a servir, otros a partir del producto fresco, que se exhibe también: pescados, mariscos, carnes, verduras.... Ya he visto que suele ser lo normal en la mayoría de los sitios: lo que se puede comer antes se ve, en los paneles fotográficos y en la exhibición real de los platos. La bebida –aparte del agua caliente o el te con que se limpian los cubiertos y recipientes antes de empezar–, casi siempre es la famosa cerveza Tsingtao de Qingdao, que ha celebrado hace poco su centenario (1902) y que mantiene abierto museo que es peregrinación de turistas. La batería de jarras con líquido que parece leche (en una de las fotos) es leche, pero de soja; en realidad lo que acompañaba como bebida era una de las muchas sopas que se ofrecen en el menú.
Imposible referir los platos y algunas de las combinaciones más llamativas: una de las fotos parece enseñar un plato de verduras, con pimientos de todos los colores; lo blanco es batata cocida. Pollo agridulce. Caracoles marinos. Baozi, es decir las famosas empanadillas llenas de carne, que se cocinan en los puestos callejeros a la vista de los viandantes... Creo que el despliegue de productos dice mejor que mis explicaciones lo que puede ser el resultado de una cocina rica e imaginativa, que es al cabo lo que más llama la atención, quizá con su inclinación hacia lo picante, por un lado, o hacia lo agridulce por otro, por la sabia utilización del vinagre. De hecho, en un restaurante popular de la costa, me lancé con avidez a degustar un plato de judías pintas.... que resultaron ser cacahuetes con cebolla en salsa de vinagre. Estaban ricos. Incluyo foto.
No quisiera extenderme más en este tema, que me atrae, pero que desconozco; de hecho una de las vertientes que más me ha llamado la atención en una ciudad como esta –quizá porque tampoco lo sé bien– es la descompensación entre la descomunal fachada culinaria y mercantil y la desaparecida vida cultural. Y eso que también he visitado la zona “artística”, vamos, una de ellas, y que así se llama, donde abren algunas tiendas de artesanía tradicional (madera, piedra, bronce, el arte de la pintura....) Por cierto que viendo una de estas últimas, sobre los pertrechos de la caligrafía china, me dio un subidón y hube de escribir a Emilio Torné, el editor de Calambur, en cuyas manos están los dos volúmenes finales de la Biblioteca de Autógrafos Españoles.
Hoy he tomado de postre con otros amigos chinos una combinación de frutas; me han hecho notar que una de ellas era una granada –muy abundantes aquí– y al comentarles que era el nombre de una ciudad española, se han extrañado mucho, pues no la conocían. Pero, ¿cuántos españoles –o europeos– conocen una ciudad veinte veces mayor que Granada como Qingdao?
En otra ocasión intentaré traer al paseo del blog los mercados populares, de la calle.
Termino con la sopa de cacahuetes en vinagre, que es de otro lugar:
Voy a dejar un comentario simplemente para decir que me está pareciendo todo un lujo seguir esta peregrinación oriental a través de tu blog, con tantas fotografías de tantas cosas, con la vida común saliendo a cada paso. Me produce también una cierta nostalgia, porque hace ya diez años que anduve yo por allá y pienso todo lo que me queda todavía por ver. Sobre la comida, leí en una entrevista a Woody Allen que decía que la comida china tiene una increíble variedad de ingredientes cuyo resultado acaba sabiendo casi siempre igual. Después haber comido yo también en uno de esos que comentas, "de prestigio" entre los chinos, estoy seguro de que no ha estado en el lugar adecuado. Un abrazo.
ResponderEliminarYo creo que tienes que volver, esta claro. Te contesto desde un pueblecito pesquero en el Pacífico. Creo que en China, en estos momentos, está todo. Un abrazo
ResponderEliminar