Nadie se baña
en Qingdao. Hace calor.
Son las tres de
la tarde. Mucha gente.
Paraguas para
el sol. Fotos y fotos.
No me atrevo a
ponerme el bañador
y pedirle a
este mar que me recoja,
que su abrazo
me da paz y sosiego
y me acompaña
hasta el anochecer
para que no
sueñe con lo que no quiero.
Pasan los
niños, miran sorprendidos
el rostro
extraño que no conocen;
hay un río de
gente que deambula
sin buscar nada; son las vacaciones.
No conozco
absolutamente a nadie
y me creo que
soy otra persona.
II
Cerca una dama
triste y pensativa
mira el mar,
bueno, lejos, quizá el mar,
va vestida de
suaves tonos grises
y parece tener
frío, se arropa.
Intento no
mirarla demasiado;
es atractiva su
actitud distante,
creo que tiene
la serenidad
del mar, quizá
también ella podría
abrazarme para
cuando la noche
llegue y
conservar sus ojos cerca;
pero está
acompañada, y se mantiene
lejana,
indiferente, pensativa.
Aunque a veces
parece que vigila
cómo acabo estos versos, que son suyos.
cómo acabo estos versos, que son suyos.
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