Hoy he comprado un cubo de basura
blanco en ikea –lo confieso– y liso,
perfectamente diseñado, recto;
y una vez colocado lo remiro,
entona en la cocina con el resto;
y con tanto placer contemplativo,
y con tanto placer contemplativo,
quizá con el recuerdo de morales,
la tentación del verso me ha venido;
la tentación del verso me ha venido;
y entonces he pensado, de verdad,
me he dicho seriamente y repetido:
me he dicho seriamente y repetido:
no permitas decirlo en un soneto,
deja el cubo y manténte serio y digno;
deja los versos limpios e impolutos,
no te rindas, defiende los principios.
no te rindas, defiende los principios.
A duras penas lejos queda el cubo.
Seguiré siendo un ángel pensativo.
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