Oponerse a la invasión mercantil, a la oleada de despropósitos que se encadenan desde lugares despersonalizados e inaccesibles donde se detentan –lo uso apropiadamente– los hilos del poder es muy difícil: a quienes lo intentan se les desplaza inmediatamente a lugares de la extravagancia o de la extrañeza, en donde se convierten en espectáculo exótico para ser admirado y no compartido (manifestaciones, desahucios, pobreza y miseria, exclusión social, marea blanca o marea verde....); es decir el propio sistema ha generado ya los mecanismos para expulsar a quienes se aventuren a ser críticos o, lo que es peor, ha generado el sistema para engullir esa crítica como un ingrediente más de una sociedad que se proclama liberal, pero que es escandalosamente corrupta e injusta.
Hasta la corrupción, que corroe prácticamente a todas las instituciones de este país –empezando por la Universidad, en la que trabajo– se ha convertido en gracia y chispa de los telediarios y viñeta de las portadas. Incluso esta breve nota podría aparecer en lugares de información oficial, en programas culturales, hasta en boca de patricios tan peligrosos –tipo Gallardón y semejantes–, como algo ya inocuo que circula lejos de los impresionantes índices de ventas, audiencias, porcentajes y demás, es decir que se coloca en el lugar de "no tiene valor" ( = 'no tiene porcentajes', 'no vende', nosotros te lo ofrecemos como 'noticia curiosa' que tú ves desde fuera).
Resultan fáciles de combatir las minorías en ese contexto: reconvertir las protestas básicas –hipotecas, desahucios, suicidios, emigración, paro...– en noticias de los telediarios, tertulia a la hora de mínima audiencia, curiosidad de programas de cotilleo, etc.
Contra esa marea invasora y depredadora hay que intentar luchar en todos los frentes, a diario y sin descanso, para ver si se erosiona mínimamente. Y esa es una de las razones por las que concedo esta humilde tribuna a una de las iniciativas mejor logradas en este sentido: la de la creación del periódico LA MAREA, "impulsada por lectores y extrabajadores del Diario Público".
Ahí queda. Y no hace falta que la marejadilla contra la gran marea sea aburrida, triste o anodina; más bien al contrario. Yo termino en flor (convolvulus sabatius):
ajjjjjjjj me comen los demonios al ver lo de
ResponderEliminar"Felipe IV". Será posible que siga una institución tan absoleta en España?
Hay que abrir frente sí,pero que no sean muchos porque con tantos agujeros vamos hacer aguas.
Esta mujer toma nota del nuevo periódico,me imagino que estará ya online.
Qué bien te expresas!, claro si tu no lo haces,quien lo va hacer?
Es cierto que podemos ver la corrupción,pero conseguir poder derrumbarla es casi imposible porque como tu has dicho tienen todo bajo control. Mienten , manipulan, esconden información, disipan a ver si pierde fuerza,etc. Y nosotros ahí mirando, tragando, y da igual que nos lo creamos o no. Nos tienen pillados. Bla, bla, bla,y de ahí no podemos salir.
Un día explotaremos, y quizás,ya nos tengan todo preparado para cómo hacerlo.
bicos.
puedes ver www.lamarea.com, Ohma. Bicos
ResponderEliminarEso es lo malo, que aunque tomemos conciencia, no sé si vamos a poder acabar con todo esto que está pasando; pero peor es no hacer nada.
ResponderEliminarBeso.