fueron tus labios que a mi cuerpo saben,
para guardar la voz te doy los versos,
para templar mi sed tu cuerpo se abre,
me entregaré al rincón de tu presencia:
en donde todo está y que nada acabe,
lejos la luz persiste fugitiva
de sueños vuelve o de los sueños nace.
Contigo puedo recobrar despacio
aquel lugar a donde van los viajes,
llevados por un tiempo melancólico
entregado por fin a los finales.
Que tu mano en mi piel venga y navegue
que todo lo demás se oculte y calle.
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