Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

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miércoles, 13 de enero de 2016

Me gusta esta manera de ser nada


Acabo de colgar una entradilla en mi facebook, sobre cosas del olvido y la memoria, y en ella incluía unos cuantos versos, un soneto, como siempre, porque es la fórmula normalmente difícil que utilizo como dique para la facilidad. Lo voy a copiar enseguida,en esta entrada, que traerá a colación una tienda muy peculiar para olores y sabores en la que me entretuve en una calle de Gulangyu (China). Los chinos unifican las lenguas europeas con el inglés; la elegancia dulce con el francés; etc. Al español refieren alguna interrogación, el fútbol y una serie de tópicos.

Es el caso que la casa en la que entré se llamaba Marcel Proust, y se entregaba a las infusiones de todo tipo, las más flores y frutales, en un marco de casa con jardín, que muestran las fotos, en donde todo era delicado, nostálgico, dulce, exquisito... como el camino de Swan, del que se exponían hojas y se citaban frases. Yo pienso de Proust lo que pensaba Antonio Machado, por tanto no puedo decirlo en voz alta ni muchas veces; pero aquel lugar era de verdad exquisito, las infusiones florales deliciosas y el grupo de gente que lo ofrecía y vendía superaban infinitamente la finura del vendedor francés, que suele ser bastante antipático, suele.




[ME GUSTA ESTA MANERA DE SER NADA]

Ya no recuerdo lo que no recuerdo
y es así que me invento los olvidos
me parece mi amor que nunca al lado
me parece mi amor que nunca has sido

después de haber pasado por aquí
remilgado y azul y embellecido
todo lo que soñé probablemente
probablemente lo que no he vivido

me gusta esta manera de ser nada
al fin quedarme de lo sucedido
el horizonte sin disturbios raros
el gesto en paz el tiempo suspendido

yo no era así la gente me ha enseñado
la distancia y el silencio he aprendido 




Probé casi todas, me las dieron a probar; compré cinco distintas para compartirlas en Madrid y para que, por el momento, sustituyeran la irremediable pérdida del buen café mañanero. Y me regalaron otra.
Hoy, como homenaje a aquel lugar, e indirectamente a las magdalenas de Proust, traigo todo a esta ventana de recuerdos. Y no quito la fregona que aparece en la foto final, porque es un rasgo muy chino, la de la aparición de un elemento doméstico en medio de un intento (o un logro) de elegancia y de belleza.
Nunca como ahora me habían conmovido tanto las gentes de China, porque todo empieza por la gente, sin ella no prende nada ("mi corazón está donde ha nacido no a la vida, al amor....", sigo citando al mismo poeta). Por desgracia y como siempre luego llega el despredimiento, por mi condición y por otras circunstancias.
Queda la magdalena y la infusión que me voy a tomar cada noche. 



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