Es uno de los casos más conmovedoras –y gratos– de mi aburridísimo contexto académico, en donde abundan personajillos como Víctor García de la Concha y allegados, tipo Óscar o Mariano, dos señores. Que se entreguen a los tangos y otras canciones, con este resultado, regenera las expectativas de quienes se hayan desviado hacia la mala filología, con minúscula, la depredadora de la vida.
Se encontrará lo que el gráfico dice, canciones de cierta pureza –la voz y el rasgueado de la guitarra–, en la tradición de la canción con letra, luego lo llamaron cantautor, que equilibra ritmos prudentes y voz pura. Bienvenidos.
Y mientras las escucho, dudo sobre este blog, superado por una técnica a la que no quiero entregar mi tiempo.
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