que flota en las marismas y que vamos
navegando en un barco rapidísimo
que a los patos no asusta ni a gaviotas,
paisaje dulce que en el mar se acaba,
en un azul más suave y uniforme
donde por fin terminan los olivos
y no escriben zancudas garabatos.
El mar me arranca sueños y emociones
prende en el corazón nos desordena
tiempos
paisajes gentes
y deseos.
Es la erre gutural de los franceses
la que me avisa de que estoy en Séte:
“Bon jour... Bon jour, Monsieur; control de
billets”.
II
Jardines de La Fontaine, arriba. |
Nîmes desde los jardines de La Fontaine |
La Torre Magna (Nîmes) |
Nîmes, plaza del reloj |
Concierto de jazz delante de la catedral de Nïmes |
NIMES
El olivo será tan viejo como
la torre
magna desmochada y rota
que edificaron los romanos para
ver cómo el sol se pone en Nîmes mientras
yo lo digo con versos muy sencillos
que desvían la emoción de los recuerdos
hacia el alto jardín de La Fontaine
donde todo parece sosegado
apacible
lejano casi ajeno
como si nada fuera ya conmigo
y todo se pudiera conservar
o convertir la tarde en un paseo.
Sin embargo, a la vuelta por el quai
de la
Fontaine, me duele la belleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario