San
Germain au Mont d’Or. Es la primera
estación entre Lyon-Dijon, en tren
regional que se trae lluvia de otoño
en los cristales de las ventanillas.
Le sienta bien otoño a la dulce Francia,
tan refinada en dar el nombre a todo
lo que le pertenece. Viajo solo
en el compartimento, hacia Borgoña.
Villefranche-sur-Saône. Breve parada.
Y sigue Belleville-sur-Saone.
Luego,
por Mâçon
entraremos en Borgoña,
en donde Debussy escribió El mar.
Estas contradicciones son normales,
mi amor, por eso yo te quiero tanto.
Las praderas de Borgoña |
II
¿Tendrá que ver el mar con el otoño?
Las hojas de los tilos se han dorado
como solo se puede ver en Francia;
es una lástima viajar así:
en domingo no viaja casi nadie
no podrán ver las gotas de la lluvia
jugando a resbalar desde las hojas
para limpiar los ojos de recuerdos,
ni sentir la humedad del árbol viejo
que acepta y reconoce los secretos
y deja ser la lluvia y el otoño
y a la hoja que se pudre mientras cae.
Verdes campos brumosos de Borgoña.
¡Las vidrieras de Troyes esta tarde!
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