El camino que lleva al baluarte
sigue un puente de piedra que se estrecha
entre mares azules y profundos,
entre playas doradas y roquedas;
las gaviotas se llevan en las alas
suspendida la brisa, casi quieta;
la campana que tañe nos anuncia
el ángelus, las doce, en la Caleta.
Y se fue caminando lejanías,
no sé dónde se fue la compañera,
hacia donde los mares se confunden
y que lo que destejen no se vea.
Ya no hay más que horizontes sin figuras.
Se pierde lejos Cádiz y se aleja.
Al fondo, la Caleta |
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