Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 1 de junio de 2013

La Biblioteca de Bartolomé March (Palma de Mallorca)


No sé por dónde empezar, pues conocí parte de sus riquísimos fondos cuando empezaba mi carrera docente en Granada, donde Emilio Orozco me hablaba de la biblioteca del Duque de Gor; y allí había tesoros que él investigaba, sobre Góngora, Jáuregui, Quevedo, Lope, etc. Los he reencontrado en la Biblioteca de Bartolomé Marcha en Palma de Mallorca, en donde ocupan una parte del palacio o castillo en el centro de la ciudad, con Museo incluido. 


Visité primero el museo, en donde hay una notable colección cartográfica, de portolanos y mapas sobre todo del Mediterráneo; y ahora una exposición de Dalí. En el patio que se abre a la fachada y desde el que se ve la ciudad, un círculo de esculturas –Chillida, Moore, Rodin...– que preside precisamente un torso cobrizo forjado por Rodin.

La biblioteca tiene algo de santuario, al que se le va esa pátina en cuanto aparece la eficiente Pilar, llevando y trayendo libros, siempre sonriente; o en cuanto se habla con su director, Fausto Roldán, que sabe que lo mejor que se puede hacer con el investigador –somos antojadizos, exigimos rapidez, a veces no conocemos bien lo que buscamos....– es ayudarle para que cumpla mejor sus tareas.
El investigador iba en este caso, inicialmente, buscando autógrafos, para completar la Biblioteca de Autógrafos Españoles, cuyos volúmenes III y IV se están todavía terminando, por culpa de unos cuantos autores que se nos resisten, como el bueno de Samaniego. La BBM nos brindó enseguida la solución para otros muchos casos: preciosas colecciones de autógrafos de Campoamor, Jovellanos, Gerardo Lobo, correspondencia de Zorrilla.... y hasta una carta de Meléndez Valdés. También son importantes las colecciones de Lorenzo Riber, Salvá y otros humanistas mallorquines. Centenares de volúmenes manuscritos –y no es exageración– d ela letra de Juan Iriarte, cuya voracidad en copia, documentación y originales, resultan asombrosos. Uno de esos manuscrito, por cierto, copia el Anacreon castellano, de Quevedo. 


De Quevedo, desde luego, he perseguido fondos y nov edades, algunas de las cuales encontró, y hace poco, Fernando Plata (epístolas senequistas). La verdad es que los testimonios van de lo valioso (las silvas de la segunda parte de las flores, de 1611, de Calderón) y los hallazgos de Plata, a lo engañoso; por ejemplo aquí se encuentra la única copia, que yo sepa, de la Aguja de navegar cultos, en letra del s. XVII y lugar goloso; pero estoy casi seguro –acabo de volver a editar la obra en clasicos hispánicos edo bne– de que se trata de una copia de Juguetes de la niñez (1631). Lo mismo me parece que puede ocurrir con una de las pocas –si no la única– copia del espléndido poema satírico Quevedo sobre Las necedades y locuras de Orlando que, al ser una copia del siglo XVIII, puede proceder de impreso. Quevedo es un mundo aparte. En esta biblioteca, por ejemplo, se encuentra un valioso manuscrito –la letra es del siglo XVIII, por cierto– con las supuestas cartas que se cruzó con Adam de la Parra desde la cárcel de San Marcos: las cartas son muy interesantes....; pero son falsas. Hay otros volúmenes de colectores de cartas, en uno de ellos se copia una del “santo maestro Juan de Ávila para el señor marqués del Priego don Alonso de Aguilar, sacada de su mesmo original” (15 de octubre de 1566).

Pruebas de "El viaje a la Alcarria"
Al paso, iba anotando otros hallazgos bien curiosos: la partitura original de Agua, azucarillos y agaurdientes, de Chueca (1897); las pruebas y dibujos de la edición monumental de El viaje a la Alcarria, de Cela; autógrafos de Benavente, Baroja, Lorenzo Villalonga (La gran batuda), Pemán, Jaime Salom (Las cuentas del alcalde) , etc. Y todo esto sin poderme detener en códices medievales y sin anotar incunables.
Los fondos son indispensables para trabajar sobre Góngora –estupendamente estudiado por Carreira, también en este caso–, Láinez, Ulloa, Quevedo, Villamediana....; y completan adecuadamente la bibliografía y testimonios de otros muchos autores, como Cascales, Juan de la Cueva, Santa Teresa, Calderón. Aquí se encuentra lo más copioso e interesante del licenciado y licencioso Tamariz. De Láinez se conserva el mejor testimonio manuscrito, de una de cuyas páginas me traigo una firma, para cotejarla con un documento del AHPM y saber si es auténtica o no.

La biblioteca tiene su propia colección de autógrafos, la formada en dos álbumes por  Claudio  Rodríguez Porrero: se trata de una rica colección de fotografías de documentos, desde Sancho IV y Hernán Cortés, pasando por Agreda, Jovellanos, Verdaguer, Hartzenbusch, Adelardo L. de Ayala, Moratín, Zorrilla, Donoso Cortés, Pereda, Galdós, Pardo Bazán, Ganivet, Larra, M. Pelayo, J. Costa, Rubén Darío.... con abundancia de políticos, artistas e historiadores. Y un volumen casi entero de franceses de los siglos XIX y XX; pero en ningún caso se suele señalar la procedencia. La verdad es que no los he utilizado.
La firma de Láinez
Han sido tres jornadas intensas; pero hay que volver, claro. Y no sé si cuando vuelva será para pasear las calles de la ciudad vieja y entrar en los patios; o para ver el mar; o para leer nuevos manuscritos; o si para tener una charla amistosa y grata con los colegas de la biblioteca, que tanto me han ayudado.


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