la ignorancia no es
útil para nadie
–no diré de quién son estas palabras–
no entiende el ignorante si le enseñas
no escucha el ignorante cuando le hablas
me gusta caminar y hablar con todos
sentarme en algún banco de la plaza
preguntar lo que sé como pretexto
indagar lo que ignoro y lo que pasa
gozar la inteligencia de los otros
cuando dicen cuando obran cuando callan
cuando consiguen dar sentido a algo
cuando intentan que sepas lo que tratan
ser saber entender hablar callar
la vida en armonía que se ensancha
Con el azul de los mares va esta entrada, que redacté en Palos mientras volvía a visitar el viejo oratorio franciscano, convertido en peregrinaje de turistas –el interior está muy reconstruido y casi todo lo que atesora es posterior– que evocan la salida el dos de agosto de hace más de seiscientos años de las tres naves que llegaron a América, comandadas por el nuevo almirante Cristóbal Colón, con marineros de Palos (los hermanos Pinzón) y de Moguer (Niña).
Sin duda que por aquellas escalerillas subió Cristóbal Colón cargado de planos y proyectos, y sin duda que en aquel precioso claustro mudéjar –hoy lleno de geranios– imaginó su viaje.
No me dejó el fraile de la entrada asomarme al huerto, aunque me dijo que tenía aguacates y fresas, pero sí que pasee el contorno, bien cuidado, y vi todos los azules posibles al atardecer, sobre la lejanía del mar.
refectorio |
La visita acrecentó mi curiosidad por leer y saber. Tantos papeles, tantos relatos, tantas cartas..... que han pasado por mis ojos sin poderme detener despacio en ellos: los mapas de la Biblioteca del Palacio Real, los documentos del AHPM, las cartas de los indianos y su respuesta (comunicaciones que tardaban en llegar y en contestarse años), etc. Si eso quisera saberse realmente, ¡qué cantidad de lecturas e investigaciones habría que llevar a cabo!
Me gusta el poema, Pablo. Te retrata.
ResponderEliminarLo que yo daria por que mis geranios estuvieran la mitad de saludables que esos...